Psicoeducacion

Palestina
En el 2004 participamos en una Conferencia Internacional sobre Educación, Globalización y Cambio Social en Ramallah. En esta misma semana tuvieron lugar la Operación Días de Penitencia en Gaza y el atentado del Sinaí. Desde esta fecha hemos iniciado actividades de Educación Solidaria con un pueblo que vive cotidianamente sufriendo una violencia extrema.
Bullying
Nos centraremos en el tema de la violencia entre iguales, o bullying. Encontraremos los conceptos básicos para acercarnos a este fenómeno, materiales y estrategias para intervenir en el aula, proyectos que se han realizado, publicaciones, y recursos en general que esperemos sean útiles para tu aula.
Golden5
El objetivo general de este proyecto es desarrollar un programa educativo, que incluye estrategias didáctivas, y métodos para niños en riesgo de exclusion social
Chabolismo
El objetivo de esta investigación es la obtención de datos e información sobre
esta comunidad, para a partir de estos datos, proponer a la Delegación de
Educación de Sevilla un plan educativo más apropiado para el alumnado.
Interculturalidad
El conjunto de materiales que se presentan en este web es el resultado de tres años de trabajo dentro de un proyecto europeo (94458-cp-1-2001-1-ES-Comenius-C2.1) titulado La maleta intercultural
Educación Infantil
Sesión en construcción, próximamente podran acceder a todo su contenido

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Esta carretera es sólo para judíos

Shulamit Aloni
Counterpunch
Traducido para Rebelión por LB

Hasta tal punto damos por sentadas las pretensiones de superioridad moral de los judíos que nos volvemos cegatos para ver lo que tenemos delante de nuestros propios ojos. Es simplemente inconcebible que los judíos, las víctimas arquetípicas, puedan perpetrar actos malvados. Sin embargo, el Estado de Israel practica su propia y extremadamente violenta modalidad de apartheid contra la población nativa palestina.

La virulenta ofensiva desatada por el establishment judío usamericano contra el ex presidente Jimmy Carter tiene como causa el hecho de que se atreviera a proclamar una verdad conocida por todos: con la ayuda de su ejército, el Gobierno de Israel está practicando una brutal forma de apartheid en el territorio que ocupa. El ejército israelí ha convertido cada aldea y ciudad palestina en un campo de prisioneros encerrado dentro de una valla o sujeto a bloqueo. Todo ello con el objeto de tener controlados los movimientos de la población palestina y hacerle la vida más difícil. Israel llega incluso al extremo de imponer el toque de queda total cada vez que los colonos judíos, que han usurpado ilegalmente las tierras de los palestinos, celebran sus festividades o realizan sus desfiles.

Por si todo eso fuera poco, los generales israelíes al mando en la región no cesan de dictar todo tipo de órdenes, regulaciones, instrucciones y normas (no lo olvidemos: son los señores del país). A estas alturas han requisado más tierras para construir carreteras “sólo para judíos”. Carreteras maravillosas, carreteras anchas, carreteras excelentemente pavimentadas y brillantemente iluminadas de noche, pero todas ellas construidas en tierras robadas. Cuando un palestino conduce por esas carreteras los israelíes le confiscan el vehículo y lo despachan a pie.

En una ocasión fui testigo un encuentro de ese tipo entre un conductor palestino y un soldado israelí que estaba anotando datos antes de proceder a confiscar el vehículo y despachar al conductor. “¿Por qué?”, le pregunté al soldado. “Es una orden. Esta es una carretera sólo para judíos”, respondió. Le pregunté dónde estaba la señal que lo indicara y que advirtiera a los conductores no judíos de que no la utilizaran. Su respuesta me dejó estupefacta: “Saberlo es responsabilidad de ellos, y, además, ¿qué quiere usted que hagamos? ¿Que pongamos una señal aquí para que venga un reportero antisemita, le saque una foto y le diga al mundo que Israel practica el apartheid?”.

Ciertamente, Israel practica el apartheid. Y nuestro ejército no es “el ejército más moral del mundo”, como nos dicen sus comandantes. Baste con decir que cada ciudad y cada aldea palestinas se han convertido en un centro de detención cuyas entradas y salidas los israelíes han cerrado a cal y canto, aislando las poblaciones palestinas de las arterias de comunicación. Y como si no fuera bastante que los israelíes no permitan a los palestinos viajar en su propia tierra por carreteras construidas “sólo para judíos”, al actual Comando Central se le ha ocurrido asestar otro golpe más a los nativos en su propio país mediante una “ingeniosa propuesta”.

Ahora ni siquiera los activistas humanitarios están autorizados a transportar a palestinos.

El Mayor general Naveh, célebre por su descollante patriotismo, ha emitido una nueva orden que entra en vigor el 19 de enero y que prohíbe transportar a palestinos sin un permiso. La orden establece que los israelíes no pueden transportar a palestinos en un vehículo israelí (es decir, registrado en Israel, con independencia del tipo de matrícula que lleve) a menos que dispongan de un permiso expreso para hacerlo. El permiso debe tenerlo tanto el chófer como el pasajero palestino. Por supuesto, nada de esto se aplica a aquellos palestinos de cuyo trabajo se benefician los colonos judíos. Ellos y sus empleadores recibirán naturalmente los permisos necesarios para que puedan seguir sirviendo a los colonos, los señores del lugar.

¿Erró el hombre de paz que es el presidente Carter al concluir que Israel está creando un sistema de apartheid? ¿Exageró? ¿Acaso los líderes de la comunidad judía usamericana no reconocen la Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial del 7 de marzo de 1966, de la cual Israel es signataria? ¿Desconocen acaso los judíos usamericanos que desataron la estridente e insultante campaña contra Carter por supuesta difamación del carácter de Israel y de su naturaleza democrática y humana la Convención Internacional para la Erradicación y Castigo del Crimen de Apartheid del 30 de noviembre de 1973? En dicho texto se define el apartheid como un crimen internacional que comprende, entre otras prácticas, el uso de diferentes instrumentos legales para gobernar sobre diferentes grupos raciales, despojando así a la gente de sus derechos humanos. ¿Acaso no es la libertad de movimientos uno de esos derechos?

En el pasado, los líderes de la comunidad judía usamericana estaban muy familiarizados con el significado de esas Convenciones. Sin embargo, por alguna razón, hoy están convencidos de que a Israel le asiste el derecho de contravenirlas. Es correcto matar a civiles, a mujeres y a niños, a ancianos y a padres con sus hijos, deliberadamente o de otra forma, sin aceptar ninguna responsabilidad por tales actos. Es lícito robar a la gente sus tierras, destruir sus cosechas y enjaularlos como animales de zoo. A partir de ahora los israelíes y los voluntarios de las organizaciones humanitarias tienen prohibido, por ejemplo, ayudar a una mujer parturienta trasladándola al hospital. Los voluntarios de [el grupo israelí de defensa de derechos humanos ] Yesh Din ya no podrán trasladar al cuartel de la policía a un palestino a quien hayan robado y apaleado para que presente allí una denuncia (los cuarteles de la policía están situados en el corazón de las colonias judías). ¿Hay alguien que piense que eso no es apartheid?

Jimmy Carter no necesita que yo defienda su reputación, mancillada por los funcionarios de la comunidad israelófila. El problema es que el amor a Israel de éstos perturba su juicio y les impide ver aquello que tienen delante de sus ojos. Israel es una potencia ocupante que lleva 40 años oprimiendo a una población nativa a la que asiste el derecho a llevar una existencia soberana e independiente conviviendo pacíficamente con nosotros. Deberíamos recordar que también nosotros recurrimos al terror y a la violencia para luchar contra el dominio extranjero porque queríamos tener nuestro propio Estado. Y la lista de las víctimas del terror es harto larga y extensa.

Nos limitamos a negar los derechos humanos del pueblo palestino. No solamente les robamos su libertad, su tierra y su agua. Aplicamos castigos colectivos a millones de personas e incluso, presos de un frenesí de venganza, destruimos el suministro eléctrico de un millón y medio de personas. Los dejamos “sentarse en la oscuridad” y “morir de hambre”.

Los empleados palestinos no cobran su salario porque Israel retiene 91 millones de euros que pertenecen a los palestinos. Y después de todo eso seguimos siendo “puros como la nieve”. No existen tachas morales que empañen nuestra acciones. No hay separación racial. No hay apartheid. Es solo una invención de los enemigos de Israel. ¡Hurra por nuestros hermanos y hermanas de USA! Apreciamos sinceramente vuestra devoción. Nos habéis quitado de encima una mancha muy desagradable.

Ahora ya puede florecer una nueva primavera en nuestro caminar mientras nosotros continuamos abusando a nuestras anchas del pueblo palestino, ayudados por “el ejército más moral del mundo”.

Shulamit Aloni fue Ministra de Educación israelí. Ha recibido el Premio Israel y el galardón de Derechos Humanos Emil Grunzweig concedido por la Asociación de Derechos Humanos de Israel.

Texto original: http://www.counterpunch.org/aloni01082007.html

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Israel se purga de palestinos cristianos

Jonathan Cook

En el último libro de la escritora palestina Suad Amiry, Sharon y mi suegra, hay una escena absurda que dice mucho sobre la actitud de los israelíes judíos hacia las otras dos religiones monoteístas. En 1992, mucho antes de que Israel convirtiera la ciudad de Amira, Ramala, en un ghetto permanente rodeado de puestos de control y muros, todavía era posible para la población palestina de Cisjordania llegar en coche hasta Jerusalén e incluso hasta Israel si tenían el permiso adecuado.

En una ocasión, Amiry se aventura y coge el coche para ir a Jerusalén Este, la parte de la ciudad que era palestina antes de la guerra de 1967 y que desde entonces ha sido engullida por asentamientos judíos ilegales, implacables y organizados por el estado.

De repente ve a un anciano judío salir de su coche y desplomarse en el arcén. Se detiene, se da cuenta de que está sufriendo un ataque al corazón y lo mete en la parte trasera de su coche. Como no habla hebreo, le asegura en inglés que lo va a llevar al hospital más próximo.

Pero mientras él empieza a caer en la cuenta de que ella es palestina, ella se percata del terrible problema que ha causado su acto caritativo: el miedo tal vez le produzca otro ataque al corazón. Se pregunta a sí misma: “¿Y si le da un ataque mortal en el asiento trasero de mi coche? ¿Creería la policía israelí que solamente intentaba ayudarle?”

El judío intenta tranquilizarse preguntando a Amiry si es de Belén, una ciudad palestina conocida por ser cristiana. Incapaz de mentir, le contesta que es de Ramala “¿Es usted cristiana?” le pregunta más directamente. “Musulmana” reconoce ella, para su completo terror. Solamente cuando llegan al hospital él se relaja lo suficiente para mascullar en agradecimiento: “A pesar de todo, existen palestinos buenos”.

Me acordé de esta historia mientras iba hacia Belén estas Navidades. La pequeña ciudad de donde el judío del ataque al corazón tanto deseaba que Amiry procediese, actualmente no es más que un enclave aislado en Cisjordania al igual que otras ciudades palestinas, al menos para sus habitantes palestinos.

Para los turistas y para los peregrinos, entrar y salir de Belén se ha hecho bastante sencillo, presumiblemente para ocultar a los visitantes internacionales las realidades de la vida palestina. Incluso los soldados israelíes, que controlan el acceso a la ciudad dónde presuntamente nació Jesús, me regalaron un papa Noel de chocolate.

Aparentemente ignorante a los inquietantes paralelismos históricos, Israel obliga a los extranjeros a cruzar un “paso fronterizo” – un hueco en el amenazante muro gris de cemento – que recuerda las crudas imágenes en blanco y negro de la entrada a Auschwitz.

En las puertas de Auschwitz se podía leer un slogan, “Arbeit macht frei" (El trabajo te hace libre), tan engañoso como el que se puede leer en la entrada de Israel a Belén. “La paz sea contigo” está escrito en colores en inglés, árabe y hebreo, y cubre una parte del cemento gris. La población de Belén ha escrito a lo largo del muro sus propias opiniones, mucho más realistas.

Los visitantes extranjeros pueden irse, sin embargo los palestinos de Belén se quedan encerrados en su ghetto. Mientras estas ciudades palestinas no se conviertan en campos de exterminio, Occidente está dispuesto a hacer la vista gorda. Parece que los simples campos de concentración sí se permiten.

Occidente rápidamente limpió su conciencia en cuanto al muro, con la publicación, en julio de 2004, de la opinión consultiva del Tribunal Internacional de Justicia que condenaba su construcción. Actualmente, los únicos reproches, aunque leves, vienen de los líderes cristianos cuando se acerca la Navidad. El Arzobispo británico de Canterbury, el doctor Rowan Williams, fue la voz más destacada de este año.

Sin embargo, incluso estas preocupaciones son simplemente por temor ante la rápida disminución del número de cristianos nativos de la Tierra Santa, que una vez fueron una importante proporción de la población palestina. No hay cifras exactas, pero la prensa israelí indica que los cristianos, que llegaron a constituir un 15% de la población palestina de lo territorios ocupados, ahora son sólo un 2 o 3%. La mayoría se encuentran en la Cisjordania próxima a Jerusalén, en Belén, en Ramala y en los pueblos vecinos.

También se puede percibir un patrón similar dentro de Israel, dónde los cristianos constituyen una pequeña proporción entre los palestinos con ciudadanía israelí. En 1948 eran una cuarta parte de esta minoría (que supone el 20% de la población total de Israel) y actualmente no llegan al 10%. La mayoría viven en Nazaret y en pueblos cercanos de la Galilea.

De hecho, el descenso del número de cristianos en Tierra Santa preocupa a los líderes de Israel casi tanto como a los patriarcas y obispos que visitan Belén en Navidades, pero por una razón bastante diferente. Israel disfruta viendo a los cristianos partir, al menos a los cristianos de la variedad palestina.

(Sin embargo, los que sí son bienvenidos son los cristianos sionistas de los Estados Unidos. Fervientes fundamentalistas, han llegado a Israel para ayudar a organizar la salida de palestinos, ya sean cristianos o musulmanes, porque creen que tan pronto como los judíos tengan un control absoluto de la Tierra Santa, Armagedón y el Fin del tiempo estarán más cerca. )

Por supuesto, ésta no es la versión oficial de Israel. Sus líderes se han dado prisa en culpar a la sociedad palestina del éxodo de los cristianos, argumentando que un creciente extremismo islámico y la elección de Hamás para gobernar la Autoridad Palestina, han puesto a los cristianos bajo una amenaza física. Sin embargo, esta explicación no menciona que la proporción de cristianos lleva disminuyendo hace décadas.

De acuerdo con la explicación judía, la decisión de muchos cristianos de abandonar la tierra de sus antepasados es simplemente un reflejo del “choque de civilizaciones”, donde un Islam fanático está plantando cara al Occidente judeo cristiano.

Los palestinos cristianos, igual que los judíos, se han visto atrapados en el lado equivocado de las líneas de confrontación de Oriente Próximo.

Así es como el Jerusalem Post, por ejemplo, describe en una editorial navideña la situación de los no musulmanes que habitan en la Tierra Santa: “ La intolerancia musulmana hacia cristianos y judíos está cortada por el mismo patrón. Es la misma yihad” El periódico concluye que sólo confrontando a los yihadis “ la situación de los cristianos perseguidos- y del estado judío perseguido- mejoraría”

Unos sentimientos similares aparecieron recientemente en un artículo de Aaron Klein para WorldNetDaily que se republicó en Ynet, la web más popular de Israel, donde de una manera absurda, el autor describía una procesión de familias en Nazaret durante el Eid al Adha, la festividad más importante para los musulmanes, como una muestra de fuerza de los militantes islámicos diseñada para intimidar a los cristianos de la zona

Según Klein, se enarbolaban banderas verdes islámicas, y así el periodista convertía una tropa local de Scouts y su banda de música en “ jóvenes musulmanes en ropa de batalla golpeando tambores”. Parecía que los jóvenes de Nazaret fueran la próxima generación de ingenieros de cohetes Qassam: “ Los niños musulmanes tiraban petardos al cielo, en ocasiones fallando, y los pequeños explosivos caían peligrosamente cerca de la multitud”

Estas distorsiones sensacionalistas de la vida palestina son ahora el pan de cada día en los medios de comunicación locales y usamericanos. El apoyo a Hamás, se presenta como prueba de la proliferación del yihadismo entre la sociedad palestina en lugar de presentarse como una muestra evidente de rechazo a la corrupción y colaboración de Fatah con Israel o como una decisión normal del pueblo palestino, que quiere encontrar líderes preparados que contrarresten el cinismo terminal de Israel con una resistencia adecuada.

La tesis del choque de civilizaciones se atribuye normalmente a un grupo de intelectuales usamericanos, sobre todo a Samuel Huntingdon, ya que el título de su libro dio popularidad a la idea, y al orientalista Bernard Lewis. Pero ellos siempre han estado guiados por el movimiento neocon, un puñado de pensadores profundamente incrustados en los centros de poder usamericano, que hace poco fueron descritos en Ynet como “judíos que comparten un amor por Israel”.

De hecho, la idea de un choque de civilizaciones surgió de una visión del mundo forjada a través de la propia interpretación de Israel y de sus experiencias en Oriente Próximo. Con la publicación a mediados de los 90 de un documento llamado “ Una fractura limpia: Una nueva estrategia para asegurar el reino”, se consolidó una alianza entre los neoconservadores y los líderes israelíes. El documento describía una política exterior de los Estados Unidos hecha a medida para satisfacer los intereses israelíes e incluso planificaba una invasión de Irak llevada a cabo por destacados neocons y con la aprobación del entonces primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Cuando los neocons llegaron a la Casa Blanca con la elección de George Bush, el nacimiento de vástago bastardo del choque de civilizaciones –la guerra del terror-, fue inevitable.

Paradójicamente, esta visión de nuestro futuro, expuesta por judíos israelíes y usamericanos, se nutre del simbolismo fundamentalista de la religión cristiana, desde la promoción de una cruzada occidental civilizada contra las hordas musulmanas hasta la presunción que el encuentro final entre estas civilizaciones (¿un ataque nuclear a Irán?) pueda ser el propio Fin de los días, y por consiguiente nos traiga el retorno del Mesías.

Si este choque tiene que ocurrir, ha de ser convincente en su línea de confrontación más necesaria: la de Oriente Próximo, y más concretamente en Tierra Santa. El choque de civilizaciones tiene que plasmar la experiencia de Israel, que es la de un estado civilizado y democrático que lucha contra sus vecinos, los bárbaros musulmanes, para poder sobrevivir.

Si se quiere vender esta imagen a Occidente sólo existe un problema: la minoría palestino-cristiana que durante siglos ha vivido felizmente en Tierra Santa bajo mandato musulmán. Hoy en día, y de un modo que enfurece a Israel, estos cristianos estropean la película, ya que continúan teniendo un papel importante en la definición de nacionalismo palestino y en la resistencia a la ocupación israelí. Prefieren estar del lado de los “fanáticos” musulmanes que del lado de Israel, la única “civilización” judeo-cristiana de Oriente Próximo.

La presencia de palestinos cristianos nos recuerda que el supuesto “choque de civilizaciones” en Tierra Santa no es realmente un guerra entre religiones sino un choque de nacionalismos, entre los nativos y los colonos europeos.

Dentro de Israel, por ejemplo, los cristianos han sido la columna del partido comunista, el único partido no sionista de Israel que estuvo permitido durante varias décadas. Muchos de los artistas e intelectuales más críticos con Israel son cristianos, entre ellos el difunto novelista Emile Habibi, el escritor Antón Asmas, los directores Elia Suleiman y Hany Abu Assad (todos ellos viven actualmente en el exilio), y el periodista Antoine Salta (quien, por razones desconocidas, está bajo arresto domiciliario, incapaz de abandonar Israel).

El político nacionalista palestino más conocido de Israel es Azmi Bishara, otro cristiano, que ha sido llevado a juicio y es frecuentemente injuriado por sus colegas en la Knesset.

Del mismo modo, los cristianos han estado en el centro del amplio movimiento secular palestino nacional, ayudando a definir la lucha. Encontramos desde catedráticos exiliados, como el fallecido Edward Said, a activistas de derechos humanos en los territorios ocupados como Raja Shehadeh. Los fundadores de las ramas más militantes del movimiento nacional, los frentes Democrático y Popular por la Liberación de Palestina, fueron Nayif Hawatmeh y George Habash, ambos cristianos.

Esta estrecha relación de los palestinos cristianos con la lucha nacional palestina es una de las razones por las que Israel ha sido tan propenso a fomentar su salida del país, y así culpar a la intimidación y a las formas violentas de los musulmanes.

Sin embargo, son dos los verdaderos factores que pueden explicar el descenso del número de cristianos y ninguno de ellos está relacionado con el choque de civilizaciones.

El primero, es el baja natalidad entre la población cristiana. Según las últimas cifras del Departamento de Estadísticas del Censo israelí, la media de cristianos por unidad familiar en Israel es de 3,5 personas mientras que la de los musulmanes es de 5,2. Visto desde otro punto de vista, en 2005 un 33% de los cristianos tenía menos de 19 años, comparado con el 55% de los musulmanes. En otras palabras, con el tiempo la proporción de cristianos en Tierra Santa se ha visto mermada por las altas tasas de natalidad de los musulmanes.

Pero existe otro factor que tiene tanta o más importancia que el anterior. Israel ha instaurado una norma opresiva para los palestinos, ya sean de Israel o de los territorios ocupados, diseñada para animar a los más privilegiados, que en su mayoría son cristianos, a abandonar el país.

Esta política se ha implementado con sigilo durante décadas, pero se ha acelerado enormemente en los últimos años con la construcción del muro y de numerosos puestos de control. El propósito ha sido fomentar, entre la elite y la clase media palestinas, la búsqueda de una vida mejor en Occidente, dando así la espalda a la Tierra Santa.

Dos han sido las razones por las que los palestinos cristianos han podido huir. En primer lugar, por ser comerciantes y propietarios de negocios en lugar de campesinos pobres, siempre han disfrutado de un nivel de vida más alto. En segundo lugar, la conexión que tienen con las iglesias globales les ha facilitado encontrar asilo en el extranjero, y el éxodo casi siempre ha empezado con los estudios de los hijos en el exterior.

La capacidad financiera de los padres cristianos y por consiguiente las mejores oportunidades para sus hijos han sido una ventaja para Israel, que ha dificultado todavía más el acceso a la educación superior de los palestinos, tanto en Israel como en los territorios ocupados.

En Israel, por ejemplo, todavía es mucho más difícil ir a la universidad para los ciudadanos palestinos que para los israelíes, e incluso más complicado obtener plaza en las carreras más codiciadas, como medicina o ingeniería.

En cambio, durante varias décadas los musulmanes y cristianos de Israel se hicieron miembros del partido comunista esperando obtener becas para ir a universidades de la Europa del Este. Los cristianos también aprovecharon sus lazos con las iglesias para irse hacia Occidente. Muchos de estos licenciados en el extranjero, por supuesto, nunca regresaron, ya que si lo hacían sabían que se enfrentarían con una economía israelí casi siempre cerrada a los no judíos.

Algo similar ha ocurrido en los territorios ocupados, donde las universidades han luchado para ofrecer un buen nivel de educación a pesar de la ocupación, con el inconveniente de las restricciones de movimiento del personal y de los estudiantes. Todavía hoy no es posible estudiar un doctorado en las universidades de Gaza y Cisjordania, e Israel no ha permitido que los estudiantes palestinos asistan a sus universidades. La única solución, para quien se lo haya podido permitir, ha sido irse al extranjero. Y cómo no, muchos han decidido no regresar.

Cerrar la puerta tras los palestinos de Gaza y Cisjordania fue incluso más fácil. Basándose en unas leyes que violan el derecho internacional, Israel les despojó durante su ausencia del derecho de residencia en los territorios ocupados. Cuando intentaron volver a sus pueblos y ciudades, muchos se encontraron con que sólo podían quedarse con visados temporales, o incluso visados de turistas, que tenían que renovar ante las autoridades palestinas cada pocos meses.

Hace casi un año que Israel decidió echar a estos palestinos no renovándoles los visados. La mayoría son académicos y gentes de negocios que han estado intentando reconstruir la sociedad palestina después de décadas de desgaste causado por el régimen ocupante. Un informe reciente de una de las universidades más respetables de Palestina, la universidad de BirZeit, situada cerca de Ramala, revelaba que uno de sus departamentos ha perdido al 70% de su personal porque Israel se ha negado a renovarles los visados.

Aunque no hay cifras disponibles, se puede presumir fácilmente que un elevado número de los palestinos que han perdido sus derechos de residencia son cristianos. De hecho, lo próximo que se llevará a cabo para dañar el sistema educativo en los territorios ocupados será incrementar el éxodo de la próxima generación de líderes palestinos, incluyendo a los cristianos.

Además, el estrangulamiento económico que sufre Palestina por la construcción del muro, las restricciones de movimiento y el bloqueo económico internacional a la Autoridad Palestina están perjudicando las vidas de todo el pueblo palestino con una severidad apremiante. Son buenos motivos para que los palestinos privilegiados, entre ellos sin duda muchos cristianos, busquen una rápida salida de los territorios.

Desde el punto de vista israelí, la pérdida de palestinos cristianos es motivo de alegría Pero sería todavía mejor si se fueran todos y Belén y Nazaret pasaran a la custodia efectiva de las iglesias internacionales.

Sin palestinos cristianos estropeando la película, sería mucho más fácil para Israel persuadir a Occidente de que el estado judío se está enfrentando a un enemigo monolítico, el Islam fanático, y que la lucha nacional palestina es una verdadera tapadera para la yihad y una alteración del choque de civilizaciones, e Israel el último bastión. De esta manera sus manos estarían limpias.

Israel, como la víctima del ataque al corazón de Amiry, puede creer que los cristianos palestinos no son realmente una amenaza para su existencia o la de su estado, pero tengan por seguro que tiene todas las razones para continuar persiguiendo y excluyendo a los palestinos cristianos, tanto, o incluso más, que a los palestinos musulmanes.

Fuente: http://www.counterpunch.com/cook01092007.html

Jonathan Cook es escritor y periodista y actualmente vive en Nazaret - Israel. Es el autor del libro Sangre y Religión: desenmascarando el estado judío y democrático, publicado por Pluto Press y disponible en los Estados Unidos en University Michigan Press. Su página web es www.jkcook.net

Meritxell Mir i Roca es miembro de Rebelión y Tlaxcala. Anahí Seri es miembro de Rebelión. Esta traducción es copyleft para uso no comercial: se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente. URL de este articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45037

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El estado de ánimo

por Israel Shamir*

Traducción de Manuel Talens

Las abruptas laderas de Wadi Keziv, en la Galilea occidental, están bordeadas por robles chaparros y malezas espinosas. En el lecho de la corriente, las adelfas y los cipreses se reflejan en charcas poco profundas, excavadas por el manantial. Me gusta este lugar apartado. Durante los días calurosos del verano es posible penetrar en una cueva profunda e intrincada y bañarse en sus aguas claras y frescas, a la espera de que lleguen ciervos o quizá una ninfa. En días más gélidos se puede subir por un escarpado estribo montañoso que discurre por la garganta del cañón, conocido en árabe como qurain, palabra que significa ‘cuerno’, y de ahí su nombre en esta lengua: Wadi Keziv, Wadi Qurain. A horcajadas sobre el estribo, el castillo del cruzado de Montfort eleva hacia el cielo su torre del homenaje y contempla a lo lejos el Mar Mediterráneo.

Este lugar es guardián de muchos recuerdos. Los caballeros teutones de Santa María, sionistas del siglo XII, fortificaron el castillo sobre el estribo montañoso y lo bautizaron como Starkenberg -el Monte de la Fuerza-, pero ni el nombre ni la lejanía les sirvieron de ayuda: Saladino -el paradigma árabe del valor y de la compasión- los derrotó y les permitió luego marchar con sus armas y su honor intactos hacia la Europa del Este.

En la abrupta vereda que conduce al manantial se encuentran y se separan deliciosos personajes de Arabesques, una exquisita novela del escritor palestino Antón Shammas, nacido en la cercana Fassuta. Shammas es probablemente la única persona no judía en el mundo que escribe sus libros y poemas en la lengua hebrea de Israel.

Más hacia el oeste, el arroyo Keziv se dirige hacia el mar junto a las ruinas del pueblo cristiano de Az-Ziv, destruido por los judíos en 1948. En dicho pueblo, durante los lejanos años veinte, una muchacha palestina fue visitada por otra mujer palestina del lugar, la Virgen. En otras palabras, se trata de un lugar típico de la atípica tierra de Palestina.

En la actualidad uno puede aquí vagar a sus anchas. Al igual que en el resto del campo, no hay gente. La tierra de Palestina está llena de problemas desde aquel fatídico 1948. Nadie viene por aquí y en el cañón abundan los jabalíes. Caminando una vez en el sentido de la corriente vi unos pocos de estos hermosos animales, tan distintos de sus primos domesticados. Para cruzarme con algún ser humano tuve que salir de la garganta del cañón, ya en la llanura de Acre. Había allí unos cuantos labradores, tailandeses o chinos, arando los campos de un kibutz local. Un hombre de edad madura estaba sentado a la sombra, viendo cómo trabajaban. Me acerqué para fumar un cigarrillo y beber un vaso de agua fresca con él.

Tenía el aspecto típico del buen israelí: grande, bronceado por el sol, con una sonrisa amigable, un espeso bigote y la parla vivaz. A principios de los cincuenta él, o mejor dicho su predecesor -un soldado de las tropas judías de asalto, las denominadas Palmach-, tomó las tierras de Az-Ziv y expulsó a los campesinos al Líbano. Hace unos treinta años aún solía cultivar con sus propias manos esta tierra robada. Ahora supervisa a los tailandeses que la trabajan. Muy pronto, me dijo, se irá una temporada a Nueva York para visitar a su hijo y, entonces, contratará a unos rusos del pueblo de Maalot para que vigilen a los trabajadores asiáticos del kibutz. No hay muchos judíos interesados en trabajar la tierra o incluso en vigilar a los tailandeses que la trabajan, comentó. El kibutz está a la espera de conseguir un permiso de construcción para edificar casas y ponerlas en venta. Es un lugar caro, cercano a Naharia y a Acre, añadió, y se venderán a buen precio a pesar de la crisis.

Le estreché la mano y me despedí. De él, de los sudorosos tailandeses, de los verdes prados, de las montañas del Líbano allá en el norte, que esconden los campos de refugiados donde ahora viven los antiguos propietarios de Az-Ziv; de la campiña de Galilea con su pueblo ruso de Maalot. Hice autostop hasta Nahariya y desde allí regresé a casa en tren, hasta Jaffa. Conmigo viajaban unos cuantos africanos, casi con seguridad inmigrantes ilegales, debido a sus tímidas miradas. Un grupo de albañiles rumanos bebían cerveza y eructaban ruidosamente. Habían sido importados desde sus empobrecidos lugares del Este de Europa para construir las casas de los inmigrantes, puesto que los judíos no quieren trabajar en la construcción, ya sea en Israel o en California.

Un abogado judío israelí, con la coronilla cubierta por una yarmulke negra, hojeaba papeles en su cartera semiabierta. Un soldado israelí rubio y armado, que hablaba el ucraniano con haches fricativas, le explicaba a su corpulenta amiga la lucha heroica que había mantenido contra una multitud de terroristas árabes, y ella lo miraba con admiración. Un grupo de marroquíes discutía sobre el cierre de la fábrica de acero en Acre y sobre sus escasas posibilidades de encontrar otro trabajo. La crisis es cada vez peor, dijo uno de ellos, tan mala como en 1966.

El tren atravesó Haifa y yo pensé entonces en los cientos de miles -quizá millones- de sionistas estadounidenses, de judíos y de cristianos que cabildean, rezan, apoyan y financian el Estado judío construido sobre las ruinas de Palestina. Esto, que ya sería de por sí bastante siniestro, en realidad oculta algo peor: pensé en los millones de palestinos que se pudren en cárceles y campos de refugiados, desposeídos y expulsados, pero no por el monstruo de la aciaga ocupación y de la tierra robada, sino por algo peor, por un fantasma.

El Estado judío es un estado virtual que está perdiendo rápidamente cualquier contacto con la realidad. Este fantasma mata gente y recauda dinero en América; su inicua existencia, a la imagen de la terminología medicolegal, equivale a un estado de ‘coma profundo’. Sus campos son labrados por trabajadores de importación, vigilados por rusos y etíopes traídos expresamente, explicados por profesores israelíes que enseñan ya para siempre en universidades estadounidenses y por valientes generales que viven a la espera de una gran respuesta por parte de los fabricantes de armas estadounidenses. El desempleo crece a diario, los servicios esenciales están en huelga; la industria del turismo agoniza desde hace meses, los hoteles permanecen vacíos y otras ramas de la economía nacional se aproximan al colapso. Los israelíes compran pisos en Florida y Praga, mientras que las casas de Israel no encuentran compradores. El deseo de Sharon de escarmentar a los palestinos equivale a castigar con la mano derecha su propia mano izquierda: palestinos e israelíes están entrelazados e integrados y la separación actual destruye la economía de ambos.

Desde la lejana América Israel parece un gigante, un estado con poder nuclear, un gran amigo de Estados Unidos, una fuente de orgullo para los judíos estadounidenses. Los visitantes, al partir, se van convencidos de nuestro sentido de la identidad, de nuestra prosperidad. Pero nosotros, los que aquí vivimos en permanencia, sabemos que se trata de un castillo de naipes. Israel se hunde, puesto que sus ciudadanos más activos emigran desesperados, mientras que los generales completan la destrucción del país. Un destino cruel se abate sobre los palestinos: los está matando un fantasma, un cuerpo sin espíritu que deambula como un zombie en trance por los pasillos del Congreso y por los desiertos de Oriente Medio.

Para ayudar a este espectro, acaudalados judíos estadounidenses exprimen hasta el último céntimo de sus empleados y de sus conciudadanos, recortan pensiones de vejez y subvenciones infantiles, reducen el presupuesto de salud y educación, eliminan la ayuda a África y a América Latina, forman inverosímiles coaliciones con individuos racistas de la calaña de Pat Robertson y Jerry Falwell, exigen la destrucción de Irak, bendicen los bombardeos de los refugiados afganos, mantienen en sus guetos a los afroestadounidenses y socavan la sociedad que los acoge, creando así enemigos, contra ellos y contra Estados Unidos. Pero todo esto, además de vil, es inútil.

El experimento sionista está prácticamente exhausto. Todavía puede resistir muchos años conectado a las máquinas, como un paciente afectado de muerte cerebral en una unidad de cuidados intensivos. Puede asesinar gente o puede incluso iniciar una guerra mundial, pero jamás podrá volver a la vida.

El Estado judío de Israel es un estado de ánimo, una proyección del estado de ánimo judío estadounidense. Los temores y los problemas que lo invaden son problemas judíos estadounidenses. Los ‘judíos’ de Israel no necesitan segregación, no necesitan guerra y tampoco necesitan someter a los nativos. Nosotros no comemos bagels ni hablamos el yiddish, no leemos a Saul Bellow o a Sholom Aleichem ni tampoco vamos a la sinagoga. Preferimos la comida árabe y la música griega. En mi vecindario hay siete carnicerías que venden cerdo y sólo una especializada en carne kosher. El 40% de las bodas en Tel Aviv tienen lugar fuera del marco judío: los jóvenes israelíes prefieren ir a Chipre para casarse, con tal de evitar cualquier contacto con los rabinos. Tel Aviv es la capital gay de Oriente Medio, a pesar de que según la ley judía los homosexuales han de ser exterminados.

Si no fuera porque los judíos de Estados Unidos sobornan en gran escala a los de Israel, nos olvidaríamos de la diáspora y nos diluiríamos en un acogedor Oriente Medio. Si continúan financiándonos de esta manera terminaremos por pagarles con un pequeño espectáculo judaico.

Somos maestros en el arte de vender ilusión y, mientras haya compradores, seguiremos vendiendo. En 1946, un grupo de hombres justos de todo el mundo vinieron a Palestina bajo los auspicios de la ONU. Fueron enviados aquí para preparar el terreno del reparto de la tierra. Entre otros muchos lugares, llegaron al kibutz Revivim, el más meridional en el árido Negev, y allí, ante las oficinas del kibutz, se encontraron con un maravilloso vergel de rosas, anémonas y violetas. En su informe, los miembros de la delegación expresaron su asombro: ‘puesto que los judíos hacen que florezca el desierto, dejémosles el Negev’.

Una vez partida la visita, los jóvenes del kibutz arrancaron las flores incrustadas en la arena: las habían comprado frescas por la mañana en el mercado de Jaffa y las habían apuntalado con rodrigones. Aquella mínima inversión logró la transferencia al Estado judío del desierto del Negev, con sus 200.000 palestinos. La mayor parte de ellos fueron expulsados al otro lado de la nueva frontera, hacia campos de refugiados en Gaza o en Jordania. Fue algo cruel e inútil: incluso hoy, cincuenta años después, el Negev al sur de Beersheba tiene una población inferior a la de 1948.

Buscando poblar tierras despobladas, el Mossad destruyó y aterrorizó las comunidades judías del norte de África. Los judíos fueron importados, rociados con DDT para matar las pulgas y situados en campos de refugiados que pronto se convirtieron en los pueblos de Netivot, Dimona y Yerucham. Todavía están allí, en lugares de desempleo y de miseria, viviendo de la beneficencia estatal y probablemente odiando con todas sus fuerzas a los judíos centroeuropeos, los ashkenazis, que pasan el tiempo con indolencia en los cafés de Tel Aviv. Estos pueblos son quizá el único lugar sobre la tierra en cuyas paredes es posible leer graffitis como éste: ‘los ashkenazis a Auschwitz’.

Así, la picaresca de Revivim, la conquista del Negev, la expulsión de los palestinos o la destrucción de la comunidad judía marroquí funcionaron por separado, pero han fracasado juntas. Los líderes sionistas soñaban con que los palestinos llegaran a ser tan judíos como inglesa es Inglaterra. Fracasaron. Palestina es hoy tan poco judía como Jamaica es poco inglesa.

La tierra de Palestina se muere ante nuestros propios ojos. Sus hermosos y viejos pueblos son bombardeados y caen en el olvido; las iglesias pierden a sus fieles; los olivos son arrancados. Una ruina de tales proporciones no se había abatido sobre esta tierra desde la invasión asiria, hace 2700 años. Nada podrá hacernos olvidar esta gran destrucción y, desde luego, quienes la provocan, ya se trate de asesinos israelíes o de sus seguidores judíos estadounidenses, serán malditos para siempre.

Sin embargo, una perversa ironía del destino permanecerá como nota a pie de página en los libros del futuro: los líderes judíos cometieron esos crímenes en vano, sin obtener a cambio beneficio alguno. Aunque el último de los palestinos fuese crucificado en la colina de Gólgota, ni siquiera eso le devolvería la vida al Estado virtual judío de Israel.

*Israel Shamir es un escritor, periodista y traductor israelí que vive en Jaffa. Sus artículos aparecen en el sitio web www.israelshamir.net

Fuente:
http://www.manueltalens.com/traductor/activista/8animo.htm

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FELICES FIESTAS

FELIZ AÑO 2007



FELICES FIESTAS

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FUTBOL ANDALUCIA PALESTINA

El próximo miércoles 27 de septiembre a las 20.30 horas en el Estadio Olímpico de Sevilla juega la Selección Andaluza contra un combinado Palestino-Israelí en el llamado Partido por la Paz.

Si bien nos parece que este tipo de actos sería más conveniente realizarlos para festejar la paz cuando se consiga de la única manera posible: con justicia, es decir con el final de la ocupación sionista; pensamos que es el mejor lugar para manifestar que el pueblo andaluz está con Palestina ya que el partido será televisado por 80 televisiones de diferentes países, muchas de ellas árabes.

Los propalestinos hemos quedado para ir juntos al partido a las 18:30 en la parte peatonal del puente del Alamillo para entrar juntos en el Estadio y desplegar con tiempo nuestras pancartas y banderas palestinas...

Nos ubicaremos en la parte del Estadio llamada Gol Norte.

Las localidades se venden en la sede de la Federación Andaluza de Fútbol (c/ Tomás Pérez, 57. Sevilla) los días 20, 21, 22 y 26 de diciembre en horario de 10-13 y 17-20 horas; en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán (taquilla junto puerta 27) los días 20, 21, 22, 23 y 26 en horario de 10-13 y de 17-20 horas. El día del partido, 27 de diciembre, se venderán en las taquillas del Estadio Olímpico desde las 10 de la mañana ininterrumpidamente hasta la hora del partido.

Más información: http://www.faf.es/prensa/pagpren.htm

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25 de Diciembre, 2006 años después ..

Han pasado 2006 años desde el Nacimiento del conocido como el Mesías, o Jesús de Nazaret, Palestino nacido en Belén. En estos 2006 años muchas cosas han pasado para la Humanidad, y uno de los mayores logros dicen que ha sido la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que nos garantiza un trato adecuado para toda “persona” de este planeta, en una lucha por la defensa de la dignidad, la libertad y la justicia.

Hoy, 2006 años después del nacimiento de Jesús, nos preguntamos sobre qué pasaría si volviese a nacer en Belén. Lo primero es aclarar varias hipótesis, pues la situación es diferente, de entrada Palestina no existe, solamente Israel. Si Maria era de Nazaret, en este caso sería una Israelí-Palestina; José al ser de Jerusalén puede tener aún el carnet palestino, o tener la nacionalidad israelí (posible de solicitar antes del 2000). En el caso que José sea solamente palestino, no se hubiera podido casar con alguien de Nazaret,–totalmente prohibidos los matrimonios mixtos-. Si por el contrario fuese israelí, en ese caso se podría casar pero no sabemos donde podrían vivir, pues difícilmente pudiera ir José a Nazaret, y en el caso que lo consiguiera no podría construir una casa ni modificar la de Maria para atender a su familia. Bajo ninguna excusa pudiera adquirir una casa en Jerusalén igualmente, y en ningunos de ambos casos podrían visitar Belén.

Hoy esta leyenda es simplemente imposible. Después de 2006 años nos preguntamos si se cumplen algunos de los 30 Derechos Humanos para cualquier reciennacido que lo haga en Belén, Palestina.

1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Jesús, y cualquier persona que nazca en este territorio, no es libre, está sometido a la ocupación israelí. No tendrá derecho a agua potable, electricidad, pañales, comida, servicios médicos, ayuda a sus padres, no tendría derecho ni a estar en el “portal de Belén”, pues podría ser bombardeado en cualquier momento si así lo determinan las Fuerzas Israelíes de ocupación. Siendo palestino no tendría derecho ni a nacer, no digamos “libremente”.

2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración. Se contempla en la Declaración que un territorio puede estar ocupado, pero esto no exime al Gobierno Israelí, ocupante, de cumplir la Declaración de los Derechos Humanos. Jesús –ni cualquiera de los 4 millones de personas que han nacido en Palestina y aún sobreviven allí-, no son considerados como humanos.

3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Jesús no tiene derecho a la vida, pues puede ser asesinado en cualquier momento, ni a la libertad –pues no puede salir de Belén-, ni a la seguridad de su persona, permanentemente amenazada. Es palestino y niño, doblemente terrorista entonces.

4. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre. De la misma manera que hace 2006 años, José, María y todos los palestinos estaban sometidos a la servidumbre hacia Herodes. 2006 años después sigue igual, sometidos a Olmert, que les pagará por construir el Muro que aprisiona la ciudad de Belén, y toda Cisjordania. Por trabajar en su propio muro recibirá una miseria de sueldo, pero necesario si quiere dar a su familia pan y aceite –la dieta no cambia-.

5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Si a José se le ocurre protestar, o simplemente ir a trabajar –que no piense en ir al Templo a Jerusalén, eso está prohibido por muy Santo que se crea- estará sometido a trato cruel y degradante al pasar por el check-point de Belén. Los soldados lo retendrán, le quitarán sus papeles, le dirán que están incompletos; si se presenta con el burro, el animal recibirá un mejor trato, pues es una “especie protegida”, y los israelíes son demócratas y más considerados con los animales que con los palestinos. Actualmente hay miles de prisioneros sometidos a torturas y tratos crueles, que no se saben ni en qué prisión están. Son los llamados Guantánamos israelíes.

6. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica. Pobre de José si se enfada con los soldados en el check-point no tendrá ningún reconocimiento de “personalidad jurídica”, es simplemente palestino. No podrá reclamar que necesita entrar o salir, que está enfermo y no puede pasar por maquinas y escáneres de dudosa naturaleza, no podrá argumentar que tiene necesidades, pues simplemente es palestino. No tiene ni siquiera personalidad, ni jurídica ni humana.

7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Sin necesidad de salir de Belén, todos podrán ver que hay otros seres humanos que tienen derecho a vivienda, trabajo, servicios médicos, uso de carreteras, energía, y hasta campos de golf. Todo está a su alcance, unos son “colonos israelíes”, los otros son “ocupados palestinos”. Simplemente NO pueden ser lo mismo.

8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes. A quién vas a recurrir si no tienes ni Estado; para el tribunal Nacional Competente Israelí, el palestino tiene derecho a que lo maten, el israelí a ser protegido y vivir.

9. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado. Son detenidos, presos y desterrados, y hasta asesinados; personas palestinas sin ningún rasgo de distinción, niños, niñas, mujeres, trabajadores, parados, políticos, alcaldes, ministros, intelectuales, da igual si eres Palestino. Mas de 10.000 presos sin cargos se encuentran actualmente en la cárcel, más de 6000 han sido asesinados desde el 2000.

10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial. ¿Dónde pueden ser oídos si no pueden ni salir, ni entrar, ni moverse entre las distintas “ciudades” amuralladas de lo que queda de Palestina?

11. Son inocentes, mientras no se pruebe su culpabilidad. Por si acaso a los palestinos se les mata antes, después se prueba o no su culpabilidad. En cualquier caso siempre son culpables de ser palestinos, y esta prueba es suficiente para arrestarlos y privarles de todo, hasta de la vida.

12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Todo palestino será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, con espías y colaboradores que conocen su vida diaria, su familia, su trabajo, para tener información y ser más fácilmente reducidos por chantaje y miedo. Tienen derecho a entrar en su casa cuando quieran, destruir todo lo que haya, atemorizar, matar, secuestrar, impedir la llegada de medicamentos, de agua, y si quieren la destruyen y si no te vas corriendo, lo harán con tus hijos dentro. Si están durmiendo, será tu culpa por no despertarlo antes.

13. Todo ser humano tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado; derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país. No pueden circular, ni subirte en un coche si tienes carnet de palestino, y tu coche matricula amarilla –aunque lo hayas comprado con tu propio dinero-, no puedes abandonar tu pueblo, no se puede visitar ni siquiera Jerusalén, ni ir a la mezquita, ni ir al colegio. La resistencia consiste en levantarse cada día y tratar de vivir una vida “relativamente” normalizada. Todo sigue cerrado, y ni los Reyes Magos podrán llegar a Belén, y esto sin ser palestinos.

14. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país. Aunque están perseguidos, ningún país les ofrece asilo, de hecho están siendo expulsados de Irak, de Kuwait, y nadie los acepta. Actualmente hay cientos de miles de palestinos en la frontera con Siria, sin ser aceptados; al igual en la frontera de Egipto. En masas de refugiados sobreviven casi sin nada. La hambruna, las enfermedades atacan a los más vulnerables, pero son palestinos.

15. Derecho a una nacionalidad. Si no tienes Estado, ¿qué nacionalidad puedes tener?. Nos repiten infinitamente en las noticias “Hamas no reconoce a Israel”, y siempre omiten la segunda parte; lo reconoceremos cuando Israel reconozca el derecho a existir de Palestina.

16. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. La familia palestina es bombardeada, se les destruye sus casas, se mata a sus hijos, se les impide el acceso al agua, a la comida, a la escuela, y a casarse entre ellos si alguno tiene la nacionalidad “israelí”. La última ley de la “familia” prohíbe matrimonios “mixtos” y afecta a mas de 100.000 familias que tendrán que separarse al no poder vivir juntos en el mismo territorio. La ley tiene carácter retrospectivo y afecta a todos los matrimonios, independientemente de los años que lleve la familia constituida. Hoy en el 2006 el matrimonio entre José, de Jerusalén, y Maria de Nazaret, sería ilegal e imposible, y en el caso que lo consiguieran porque José tuviese la nacionalidad israelí, bajo ningún concepto pudieran haber tenido el niño en Belén, pues la entrada estaría prohibida. Si José tuviese el carnet palestino, no podría compartir la burra con Maria, pues ambos no pueden compartir el mismo medio de transporte.

17. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad. La construcción del muro ha privado aún más a los palestinos de tierras, olivos, casas, son diariamente privados arbitrariamente de su propiedad. No sólo esto, las Fuerzas Israelíes les roban a los estudiantes sus móviles, ordenadores y hasta dinero cuando entran en sus residencias universitarias. Los bancos palestinos fueron robados en el 2001, todo el dinero pasó a Israel. Actualmente Israel retiene millones de dólares palestinos, correspondientes a sus impuestos.

18. La libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Si eres palestino, y además musulmán la discriminación es aún mayor, y si eres libre de pensamiento directamente pasas a la categoría de Terrorista. Ningún derecho, ni a pensar, ni a tener conciencia, ni a manifestar tu religión.

19. Derecho a la libertad de opinión y de expresión. No solamente no pueden expresarse libremente, sino que ni siquiera pueden mirar a los soldados a los ojos, a riesgo de ser maltratados, detenidos, golpeados (vaya y mire en cualquier check-point, hay muchos en todo Cisjordania)

20. Tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. Bajo ningún concepto pueden reunirse, ya ni siquiera para rezar como ha quedado prohibido desde Junio de 2006 en Jerusalén. No pueden ni reunirse en la mezquita.

21. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto. Votar votan, pero sus decisiones no son aceptadas por la Comunidad Internacional. Por ejercer su Derecho Internacional, son castigados con cancelación de su propio dinero y bombardeados.

22. Tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional la ayuda necesaria. Simplemente no tienen este derecho; el acceso a los hospitales es directamente bloqueado con tanques y son disparados los enfermos que se acercan; algunos hasta son sacados de mesas de operaciones para detenerlos –sin cargos- y someterlos a tortura.

23. Derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo; Si a alguno se le pasa por la cabeza ejercer su derecho a pescar, a tener una vaca o a sembrar una palmera, el castigo puede ser la muerte. No digamos a cobrar por trabajar, los salarios han sido congelados desde Febrero de 2006.

24. Al descanso, al disfrute del tiempo libre. En estos momentos se les mata mejor, como la matanza en Gaza a una familia que tomaba el sol en la playa. El sueño es intencionalmente interrumpido con ataques planificados de bombas sónicas, asi se les debilita aún más, y especialmente se ataca a los niños y niñas.

25. Nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. Por voluntad de Israel, EEUU y Europa, el nivel de vida se asegura que no llegue ni a los mínimos, el nivel de pobreza ronda el 80% de la población que sobreviven con menos de 2 dólares al día. La miseria se adueña de Palestina, porque la Comunidad Internacional así lo quiere.

26. Toda persona tiene derecho a la educación. Para ejercer este derecho millones de niños y niñas, maestros y maestras arriesgan su vida a diario, se enfrentan a soldados, quienes les humillan, pegan, maltratan, les quitan los libros y hasta la vida. Ahora hay muchas escuelas cerradas, la Comunidad Internacional ha decidido ayudar a que estén cerradas, negando el salario a los profesionales.

27. Tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. Los partidos de fútbol no se pueden jugar, prohibido salir de este ghetto, y prohibido entrar. En las prisiones israelíes, este año durante la retransmisión del mundial se les prohibió a los presos palestinos que pudieran verlo; sus cines fueron destruidos, los artistas no pueden salir ni entrar, en fin...

28. Se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos. ¿Y quien empieza a establecer un Orden Internacional para que los palestinos sean considerados igual que el resto de los seres humanos?

29. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas. ¿Conoce el cuarteto que ninguno de los 30 Derechos de esta declaración se cumple para los palestinos?, o quizás su misión sea la perpetuación de este crimen contra la humanidad

30. Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración. Todo en esta Declaración está siendo utilizado para justificar las actuaciones criminales del Gobierno israelí, bajo un engañoso “derecho de autodefensa”, basándose en esto suprime TODOS los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.

Después de 2006 años los palestinos continúan bajo el asedio, la discriminación y bajo la espada de la muerte, antes era Herodes ahora es Olmert. Si bien la humanidad ha logrado escribir y comprometerse con la Defensa de los Derechos Humanos, ni uno solo de los 30 Derechos se cumple para el Pueblo Palestino.

Mientras celebremos la Navidad y tengamos unas felices fiestas, nosotros que podemos.

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La bula de Israel

Alberto Piris

Hay que empezar admitiendo que la palabra bula suena hoy algo extraña en bastantes oídos jóvenes que no han vivido bajo el nacionalcatolicismo español. Un inteligente y activo abogado treintañero, al preguntarle qué sabía él de las bulas, recordó textos universitarios y se refirió a documentos vaticanos con cierta validez normativa para el mundo católico. Hizo memoria, recordando también que las bulas tuvieron mucho que ver con la ruptura entre Martín Lutero y el Papado, aunque sin precisar más. Pero nunca en su vida privada había tenido nada que ver con tales documentos, ni tampoco en el ejercicio de su profesión.

El Diccionario de la RAE, aparte de reseñar los nombres de las varias bulas conocidas (entre las que se encuentra la que había que adquirir, mediante el pago de un estipendio, para poder comer carne en días prohibidos por la Iglesia), añade la locución más usual todavía utilizada con esta palabra, al precisar que “tener bula” significa en sentido coloquial: “contar con facilidades negadas a los demás para conseguir cosas u obtener dispensas difíciles o imposibles”.

Con estos antecedentes sobre el uso de la palabra “bula” (hermana etimológica, por cierto, del nombre del famoso restaurante catalán El Bulli), parece llegado el momento de confirmar la abrumadora sensación de que el Estado de Israel tiene una bula que le autoriza a cosas muy difíciles o imposibles para los demás Estados.

Una bula que le permite soslayar, ignorándolas o incluso despreciándolas oficialmente, las resoluciones de Naciones Unidas que, aplicadas a otros Estados, llegan a acarrearles graves consecuencias. Pregúntese al respecto al pueblo iraquí, que las ha sufrido durante años. O al pueblo serbio, que también las padeció en su momento.

La misma bula, de la que sorprende su carácter omnímodo, permite también a Israel mantener un arsenal nuclear —al que sólo alude en contadas ocasiones, con la complicidad de EEUU y otras potencias occidentales—, mientras que la sospecha de poseer armamento de la misma naturaleza puede generar una delicada crisis en Corea del Norte; y la sola idea de que Irán pudiera disponer de él dentro de algunos años hace resonar los tambores de guerra en Oriente Próximo. Tambores que todavía no se han acallado y hacen temer lo peor.

La bula de Israel permite también a su Tribunal Supremo autorizar la ejecución de asesinatos selectivos que violan las más básicas normas del derecho internacional. Práctica que se inició con la intifada del año 2000 y que desde entonces han causado ya unos 340 muertos, de los que poco más de 200 eran sospechosos de ser insurgentes contra la ocupación israelí de Palestina. Murieron además en ellos unas 130 personas que tuvieron la mala suerte de coincidir con tan conocida y popular actividad del terrorismo de Estado israelí, que tan eficaz bula también parece amparar.

Cualquier otro Estado que estuviera organizado sobre una base racial y religiosa, como es el caso de Israel, y que llevara a cabo las operaciones de limpieza étnica que perpetra sistemáticamente en Gaza y Cisjordania (sin olvidar Jerusalén), atraería sobre sí el rayo del repudio internacional y serias consecuencias morales y materiales, a las que la bula israelí le hace felizmente inmune.

Como también es inmune frente a la acusación de matonismo internacional con el que acaba de privar por la fuerza al primer ministro palestino de la ayuda monetaria recaudada en el extranjero (con la que pagar a los funcionarios del Gobierno —democráticamente elegido— que llevan varios meses sin recibir sus haberes, gracias al sistemático boicot de EEUU y la Unión Europea), con la excusa de que puede servir para apoyar al terrorismo palestino. ¡Como si la ayuda financiera de EEUU no le sirviera a Israel para desarrollar su programa ilegal de armas nucleares! O para adquirir esos sistemas no tripulados de ataque a tierra desde el aire con los que prosigue su política de asesinatos selectivos. A cualquier otro Estado, esas operaciones violentas donde jamás se aplica la regla de la proporción entre respuesta y ataque, le supondrían una condena universal. La bula de Israel le ampara.

Llega el momento de preguntarse dónde adquirió Israel tan eficaz bula. El estipendio pagado por ella tiene un nombre: el Holocausto. Sólo la memoria de este trágico etnocidio —que tan excelentes beneficios le rinde— permite a Israel seguir manteniendo una posición de privilegio en el concierto internacional de las naciones. ¿Hasta cuándo tendrá validez la bula israelí? ¿Será de carácter perpetuo?

Los privilegios siempre han de ser administrados con cuidado. Un abuso de ellos conduce a situaciones reivindicativas de quienes sufren sus consecuencias. No es pues, de extrañar, que la hostilidad que la bula de Israel produce en muchos ámbitos enfrentados políticamente con ese país se extienda paulatinamente a otros que nunca han negado el Holocausto y que han asumido su estremecedora brutalidad, pero que empiezan a sentir cansancio por la explotación abusiva que el Estado sionista hace de tan aciago acontecimiento histórico.

Alberto Piris
General de Artillería en la Reserva
Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)
Publicado en www.estrella digital.es
http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=23/12/2006&name=piris

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Auxilio ..

AuxilioPalestina Ramón Pérez Rueda
Territorios Ocupados de Palestina

Atencion a este Coto, es real como la vida misma y se vive diariamente en todos los territorios ocupados!!!!! aunque los casos mas despiados y humillantes se ven en Nablus (alli viven confinados los menores de 30 desde el año 2000, solo pueden salir los mayores y con permiso especial para medicos o trabajos), Jenin (totalmente rodeada por el muro de separacion, con una entrada y una salida) y el caso de estas imagenes, en Hebron, ciudad especialmente castigada por albergar en ella la tumba de Moies Isaac y Sarah, los malnacidos israelies han establecido en medio del casco antiguo una colonia de 400 colonos judios ortodoxos,

protegidos por 2000 soldados que estan haciendo la vida de los palestinos un infierno en su tierra para que de tanta amargura se cansen y se vayan fuera de Hebron, asi les dejaran las tierra y las casa libres para que vengan mas colonos judios.
Cuando los palestinos abandonan sus casa y campos de cultivo el gobierno israeli los confisca declarandolos abandonados y los regalan a nuevos colonos ortodoxos o simplemente se los regala a nuevos judios muertos de hambre o de sangre ajena provenientes de rusia, moldovia, aregentina o vete tu a saber que otro remoto lugar del planeta!!!!!!!!!

Pedimos auxilio por favor!!!!!!!!!!!!
La poblacion esta desesperada y esta empezando a plantearse abandonar la resistencia, que hasta ahora consiste en vivir, levantarse por la manñana con 2 dolares al dia para dar de comer a tu familia es resistencia aqui!!!!!!!!!

GRACIAS QUERIDOS AMIGOS!!!!!!
ESPAÑA ES UNO DE LOS POCOS PAISES QUE TODAVIA GOZA DE RESPETO ENTRE LOS PALESTINOS!!!!!!!!!!!!

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Enfrentamiento armado en Palestina

La amenaza de guerra civil planea sobre los territorios palestinos. Hamás ha acusado hoy al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, de promover el conflicto armado entre las facciones, después de que seguidores de Al Fatah y Hamás se enfrentaran esta mañana a tiros en las ciudades de Ramala y Gaza, con el resultado de al menos una treintena de heridos. Tras los enfrentamientos, Haniya ha llamado a la unidad nacional.

El choque de las dos facciones se produce después de que Hamás acusara directamente a la policía de Abbas (de Al Fatah) de intentar asesinar al primer ministro, Ismail Haniya (de Hamas). El conflicto se desencadenó ayer por la tarde a raíz de una decisión del Gobierno israelí: cerró el puesto fronterizo de Rafah para impedir que el primer ministro palestino entrara en Gaza con 26 millones de euros cosechados en su gira por países de la zona. Israel quería impedir la entrada de dinero donado entre otros por Irán, con el objetivo de mantener la asfixia económica sobre el Gobierno de Hamás para forzar su caída. La reacción por parte de los milicianos de Hamás fue tomar al asalto el puesto de Rafah. Finalmente, Haniya logró cruzar la frontera sin el dinero y en ese momento se originó un tiroteo del que Hamás culpaba a la policía de Al Fatah. Hamás incluso acusaba al jefe de la policía de Abbas de intentar asesinar a Haniya.

Al Fatah ha negado estar detrás del tiroteo de anoche y el presidente Abbas ha expresado su pesar por los enfrentamientos, en los que murió un guardaespaldas de Haniya y resultó herido su hijo mayor.

Decenas de heridos

A pesar de que fuentes presidenciales han negado la autoría de Al Fatah, la situación ha originado violentos enfrentamientos en la zona. En protesta por los acontecimientos de ayer, esta mañana se ha organizado una manifestación en Gaza, en la que han participado al menos 100.000 simpatizantes de Hamás. La policía de Al Fatah ha reprimido a tiros la manifestación. En los enfrentamientos, han resultado heridas al menos 13 personas, en su mayoría militantes de Hamás. También ha habido protestas en Ramala, donde han resultado heridas al menos 32 personas por arma de fuego.

Un destacado líder de Hamás ha acusado al presidente Abbas de iniciar una guerra ordenando a sus fuerzas del orden disparar contra la manifestación. “¡Qué guerra estás iniciando, Mahmud Abbas, primero contra Dios y luego contra Hamás!”, ha dicho a los manifestantes de Gaza.

Por su parte, Haniya, que también ha hablado a los presentes, ha llamado a la “unidad nacional”, aunque ha evitado hacer un llamamiento explícito a la calma a sus simpatizantes. Además, ha afirmado, sin acusar a Al Fatah, que los que le atacaron anoche cuando entraba en la franja serán perseguidos por la ley. "Os llamo a que mantengáis la unidad nacional y la preservación de la sangre palestina. Permanezcamos unidos por el bien de la tierra liberada y los lugares santos", ha dicho el primer ministro, explicando que los que dispararon contra su comitiva lo hicieron desde tejados de edificios y de detrás de ventanas en plena oscuridad de la noche.

Las tensiones entre Hamás y Al Fatah están en su punto más complicado en años, tras el fracaso de las conversaciones para formar un Gobierno de unidad nacional que sea tolerable para las potencias occidentales y que reciba de nuevo las ayudas internacionales que fueron interrumpidas cuando Hamás accedió al Gobierno en enero tras décadas de control de Al Fatah.

El pais

AGENCIAS - Gaza - 15/12/2006

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Hamas/acusa/presidente/palentino/provocar/guerra/civil/elpepuint/20061215elpepuint_1/Tes#EnlaceComentarios

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