VICTIMAS

Victimas Palestinas en manos israelies (no se tienen en cuenta las muertes posteriores en los hospitales) e Israelies por Palestinos(no discriminan entre soldados y civiles)

2005 = 197 vs 50
2006 = 660 vs 24
2007 = 373 vs 13
TOTAL 1230 Palestinos vs 87 israelies

Fuentes: el Pais, AP.

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Evaluacion de la Educacion Infantil

Archivo explicativo de los parámetros más importantes a evaluar en los entornos infantiles

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Calidad de la E.I.: instrumentos de evaluación (artículo)

Resumen
La calidad de la educación infantil y sus efectos en el desarrollo constituyó un fructífero
debate a nivel internacional en la década de los años ochenta; este debate generó numerosas
investigaciones, que diseñaron instrumentos destinados a evaluar la calidad de la educación en
las edades tempranas. Desde una perspectiva contextual se han desarrollado en Estados
Unidos, Europa y otros países, investigaciones que comparten el diseño y los instrumentos de
evaluación. En España, durante la década de los noventa, se han realizado tres proyectos a nivel
regional1, nacional2 y Europeo3 desde esta perspectiva.
Creemos interesante divulgar estas investigaciones, mostrar los resultados encontrados, las
reflexiones y conclusiones, así como la conveniencia o no de utilizar estos instrumentos para
la evaluación y mejora de nuestras aulas.
Palabras clave: calidad de la educación infantil, evaluación del contexto, ECERS (Escalas
de Evaluación de Entornos Infantiles), ratio, formación del profesorado, efectos en el desarrollo
infantil.

Ver artículo completo

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GUIA BASICA USO TICS EN E.I.

Ver archivo que ofrece una guía básica del uso más adecuado de las TICS en los entornos infantiles

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VIOLENCIA ISRAELI, aclarando conceptos

Es importante definir bien los conceptos para poderlos interpretar; decir que Israel comete actos violentos contra Palestina puede parecer una perogrullada, después de 60 años en los que diariamente hay víctimas mortales Palestinas, y se ha convertido ya en parte de nuestro inconsciente colectivo por su repetición y sistematicidad.

El poder de Israel, y especialmente en Palestina, es innegable; es conocido que controlan cielo, mar y tierra, agua, energías, divisas, bancos, gobiernos, …. Lo controlan absolutamente todo en Palestina, y hasta para visitar a un familiar o ir a rezar, hay que pedir permiso a Israel. La diferencia de poder entre Israel y Palestina es obvia e innegable.

Los actos violentos de Israel en Palestina, y en los últimos años especialmente en Gaza son conocidos y anunciados en los periódicos; los ataques a hospitales, escuelas, familias, coches, pescadores, campesinos, niños, niñas, mujeres, casas, son tantos que ya ni siquiera llaman nuestra atención (ha habido una “habituación al estímulo”); estos actos se cometen de manera planificada, utilizando tecnología altamente avanzada, con misiles de alta precisión, aviones sin piloto, francotiradores, etc.. y con toda la intencionalidad posible para asegurar su éxito.

Cuando una entidad en posición de claro desequilibrio de poder, emite actos dañinos de manera repetitiva e intencional, se denomina VIOLENCIA. Es el sometimiento por la fuerza del débil frente al fuerte, utilizando para ello todo tipo de acciones físicas, sociales o verbales, con la clara intención de dañarlo y debilitarlo. Esta definición es utilizada en el mundo académico para definir la violencia, ya sea la violencia doméstica o el bullying escolar. Esta definición de violencia incluye un elemento muy importante, y en el que todos estamos igualmente de acuerdo, la violencia NUNCA es justificable.

La justificación de la violencia es la tarea a la que arduamente se dedican los agresores, con el objetivo de poder explicar su actuación. Excusas del tipo lo tenía merecido, la comida estaba fría, sale demasiado, mira la ropa que se pone, es solo una broma, se lo toma siempre a mal, él empezó primero, etc… son explicaciones dadas por el agresor, para justificar su violencia y que justamente lo delata como ejecutor de la misma.

Estoy algo cansada de leer y escuchar explicaciones del tipo, Israel tiene el derecho bíblico de instalarse en Palestina, fueron expulsados por los Romanos y tienen derecho a volver, parte del pueblo judío fue exterminado y nunca más pueden sentirse discriminados, tienen derecho a defenderse cuando cohetes caseros son lanzados…., siendo todas explicaciones para justificar lo injustificable, los actos violentos a los que someten a millones de personas diariamente.

Entrar a debatir las explicaciones de los agresores es caer en su juego, y terminaremos debatiendo si la comida realmente estaba fría, si el mote impuesto es realmente insultante, si la broma era realmente dura, si aparecen pruebas para demostrar el derecho bíblico, si los cohetes son realmente potentes …., y así nos estancaremos en un debate mientras el agresor continúa impunemente ejerciendo su violencia, siendo éste el verdadero objetivo de sus explicaciones.

No merece la pena debatir los derechos de Israel, no es relevante que sean o no ciertos, la violencia es sencillamente injustificable y tiene que cesar. Una vez la violencia haya desaparecido, el diálogo y la negociación serían las vías para atender los derechos y deberes de las contrapartes, y posibles soluciones serán encontradas. Pero nunca desde una situación de desequilibrio, donde el poderoso daña de manera intencional y repetitiva al más débil.

El “conflicto israelo-palestino” es un eufemismo utilizado políticamente para enmascarar al agresor. En una relación de “conflicto” se presupone la igualdad de las partes, y se espera que pueda haber una posible solución negociada. En la violencia esto no es posible, pues es justamente creada por el propio agresor para asegurar su situación de poder, luego nunca se solucionará con una negociación. Previamente hay que parar la situación de discriminación y violencia, equilibrar las partes, y posteriormente la búsqueda de soluciones.

El análisis de la violencia israelí se hace desde el marco inadecuado, aceptando que es un conflicto y que se puede justificar. Es el juego del agresor, que gana tiempo y continúa su proceso violento de victimización, en muchos casos hasta la extenuación y la muerte.

En este contexto se entienden las mentiras de Annapolis, la falta de información, el ignorar el número de palestinos asesinados, el campo de concentración de Gaza, y toda la violencia israelí, ejecutada de manera intencional y sistemática desde los últimos 60 años.

María José Lera

Dra. Psicología

Profesora Universidad de Sevilla,

Investigadora de la Violencia escolar y de la Violencia en Palestina

artículo completo
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=59925

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TIC

Archivo utilizado en clases

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INFORME INTERCULTURAL, DICIEMBRE 2002

Informe realizado en Diciembre de 2002 que muestra un acercamiento a los estudiantes inmigrantes en las escuelas, dentro del proyecto Europeo "la maleta intercultural"

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4 informe intercultural, diciembre 2002.doc1.23 MB

El problema palestino, la resistencia y las conversaciones de paz.

Intervención de Agustín Velloso en el Congreso “Jerusalén, una ciudad agredida”, celebrado en el Centro Cultural Islámico (Mezquita de la M-30 de Madrid), los días 12 y 13 de abril de 2007.

Introducción

Creo que es obligado, por el lugar donde nos encontramos, así como por el asunto que nos reúne, recordar que en estos días se cumplen tres años del asesinato de Ahmed Yassin y de Abdel Aziz Rantisi. También resulta apropiado recordar que el 9 de abril de 1949 el pueblo Deir Yassin fue atacado y sus habitantes asesinados por militares sionistas.

En realidad, abril no es un mes especial, ni los dos mártires mencionados son los únicos, ya que los sionistas, desde que empezaron a instalarse en la primera mitad del siglo XX en una tierra que no les pertenece, Palestina, han conseguido que todos los meses sean de muerte, robo y dolor para sus habitantes legítimos y que los mártires se cuenten por millares.

Puede decirse que existen dos posturas ante la situación palestina: resistencia anti-sionista por un lado y conversaciones de paz con los sionistas por el otro. Una advertencia preliminar es inexcusable: no pretendo juzgar a quienes dentro del campo palestino abogan por la segunda, no reclamo ningún derecho a decir a los palestinos cómo tienen que defenderse, no se me ocurre pensar que tengo la razón mientras que los demás están equivocados, simplemente trato de reflexionar, a la luz de la historia y de la situación política presente, sobre estas dos posiciones antitéticas.

Entiendo, por otra parte, que algunos piensen que para esta reflexión se necesita más que una breve ponencia, que se requiere un libro entero. Sin embargo, soy de los que creen tozudamente que el problema palestino es sencillo: la ocupación de un territorio junto con la expulsión de sus habitantes por la fuerza de las armas y la consiguiente violencia para mantener la ocupación y la expulsión. La solución es igualmente sencilla, por más que sea costosa para sus causantes: la retirada de la tierra ocupada, el retorno de los refugiados y las compensaciones por el daño causado.

¿Hasta dónde va a llegar el sionismo?

Ante una audiencia como ésta puede parecer superfluo repasar algunos de los numerosos crímenes sionistas, pero es ineludible hacerlo cuando se trata de reivindicar la resistencia frente a los que la desprecian por considerarla ineficaz o contraproducente para los intereses palestinos y los que la descartan por completo por considerarla contraria a los acuerdos de paz.

La magnitud de esos crímenes dentro y fuera de Palestina sorprenderá a las generaciones futuras, aunque hoy parece que a muchos no les preocupa mientras que otros son cómplices. Varios factores hacen que sea así. Entre éstos destaca la extraordinaria actividad de propaganda sionista y su enorme influencia, cuando no control, sobre la información acerca de lo que sucede en Palestina.

En números absolutos, como los palestinos que viven en los territorios ocupados no pasan de cuatro millones, los asesinados, heridos y prisioneros quizás no parecen muchos. Sin embargo, si se observa con detenimiento la cifra relativa, se descubre la verdadera magnitud de la obra sionista, que algunos pocos judíos anti-sionistas han calificado como genocidio, entre éstos hace poco el profesor de la universidad de Haifa Ilan Pappé en un artículo titulado “Palestina 2007: genocidio en Gaza, limpieza étnica en Cisjordania”.

Datos de UNICEF referidos al año 2005 indican que la tasa de mortalidad entre los menores de cinco años en los territorios ocupados es de veintitrés muertes por cada mil nacimientos, mientras que en Israel es de seis. Se podrían evitar, por tanto, diecisiete de esas muertes. Según los datos de la División para la Población de las Naciones Unidas, el número de nacimientos por año en los territorios es de unos 140.000. Con estas cifras se puede calcular la de muertes infantiles evitables por año: cerca de dos mil cuatrocientas.

Es pertinente resaltar que el artículo 38 de la Convención de Ginebra aplicable a los territorios ocupados, establece que los niños menores de quince años, las mujeres embarazadas y las madres de menores de siete años, recibirán el mismo tratamiento que los nacionales del Estado ocupante.

Al mismo tiempo, el número de muertos israelíes por ataques palestinos desde septiembre de 2000 es 1.130. Si se compara esta cifra con la de niños palestinos asesinados en el mismo período, 860, y con la de niños muertos que se debería evitar, más de 15.000, se aprecia qué parte es la débil y cuál está realmente en peligro.

Otro ejemplo reciente, referido a los prisioneros, muestra con claridad meridiana qué parte tiene poder sobre la otra: los palestinos tienen un único prisionero, un soldado capturado cuando ilegalmente operaba en territorio ocupado. Los israelíes tienen cerca de 11.000 palestinos prisioneros, en condiciones inhumanas, de forma ilegal y muchos sin juicio, entre los que se encuentran 400 menores de edad.

Si en Palestina hubiese 4 millones de habitantes y los comparásemos con los 44 de España, esto daría una cifra de 121.000 detenidos aquí. No hace falta insistir en el número de muertos (serían 44.000 españoles asesinados e incontables heridos), casas demolidas, olivos arrancados, propiedades arrasadas, etc.

Es importante resaltar que esta matanza y esta destrucción son necesarias para lograr el objetivo que persigue el sionismo: la tierra palestina para disfrute exclusivo de los judíos. No es producto, como quieren hacer creer los sucesivos gobiernos de Israel, sus aliados y sus apologistas, de luchas de civilización, religiosas o contra el terrorismo árabe y musulmán. De la misma forma que los crímenes que se cometen en Iraq (torturas, asesinatos de civiles, uso de armas prohibidas, destrucción de infraestructuras, violaciones graves de derechos humanos, etc.) se derivan necesariamente de un único crimen inicial, la agresión de Estados Unidos, Reino Unido, España y otros aliados contra ese país, en Palestina no cesarán los crímenes de Israel hasta que no se consiga el objetivo sionista o los palestinos lo impidan.

Los propios líderes israelíes lo manifiestan una y otra vez con palabras que no dejan lugar a dudas y que pueden resumirse así: la tierra de Israel (o sea, la tierra palestina) es solamente para los judíos sin importar los demás. Además, rabinos, escritores, profesores, colonos, concurren con esta ideología racista e imperialista. Finalmente, la mayoría de israelíes la suscriben, como puede verse en los resultados de las elecciones que se celebran en Israel.

¿Qué han traído las negociaciones a los palestinos?

Las cifras presentadas no se dan en una situación de guerra, ni en una relación de fuerzas parejas. Se producen tras catorce años de un proceso paz inaugurado con la firma de los acuerdos de Washington en septiembre de 1993 por parte de Rabin y Arafat, patrocinado por la comunidad internacional.

Ha habido un engaño intencionado y un abuso de poder por parte de Israel y la comunidad internacional, ha habido poca habilidad política, abandono y corrupción por parte del liderazgo palestino. Lo primero lo reconoció Isaac Shamir tras su asistencia a la Conferencia de Madrid en 1991 y lo segundo los palestinos cuando votaron en las elecciones de enero de 2006. En cuanto a la comunidad internacional hay que decir sin ambages que su comportamiento es tan criminal como el de Israel, pues la ley internacional con la que se ha dotado la obliga a actuar contra los desmanes de Israel.

En realidad, las cifras expuestas anteriormente constituyen por sí mismas una respuesta a la pregunta del encabezamiento. Sin embargo, no conviene olvidar también otras importantes: las referidas a los millones de refugiados a los que Israel prohíbe volver a sus casas y recuperar sus propiedades, los millones de palestinos que viven en los territorios ocupados bajo asedio israelí, sus toques de queda y ataques continuos, sin protección de la llamada comunidad internacional, con normas y acciones del ejército ocupante que impiden su libertad de movimientos y el desarrollo de una vida normal. Últimamente se ha añadido un embargo internacional tan eficaz que en pocos meses ha logrado que la propia ONU, mediante una de sus agencias, reconozca que peligra la “seguridad alimentaria” de los palestinos.

Es preciso dejar ahora los números y pararse para apreciar con claridad lo que han traído las negociaciones a los palestinos y que las cifras por sí mismas no alcanzan a reflejar. “Seguridad alimentaria” es uno de los eufemismos que usan Israel y sus aliados para camuflar sus atrocidades. Un palestino dice del embargo que deja a sus hijos sin los alimentos necesarios para su crecimiento normal. Un funcionario internacional dice que hace peligrar aquella seguridad. Un político israelí dice que con el embargo los palestinos se pondrán a dieta.

Así ocurre con todos y cada uno de los aspectos que afectan a la vida de los palestinos, no solamente los relativos a sus derechos políticos. Los palestinos asesinados se transforman en daños colaterales, el robo de sus tierras se convierte en medidas de seguridad o en crecimiento natural de las colonias sólo para judíos, lo cual a su vez ha de traducirse por castigos colectivos y por asentamientos ilegales, es decir, crímenes según la legislación internacional. Las niñas que son cosidas a balazos por soldados israelíes en el camino del colegio a sus casas, se hacen pasar por individuos sospechosos que ponen en peligro la vida de esos militares, aunque obviamente no deberían estar siquiera en Cisjordania y mucho menos disparar trece veces hasta que los cuerpos de los niños palestinos dejan de moverse.

Hay muchos que prefieren emplear esos eufemismos para ocultar la realidad, cada uno por sus propias razones. Se ha citado al comienzo la influencia de la propaganda israelí. El racismo occidental y el sentimiento de desprecio cuando no de odio hacia los árabes y musulmanes tiene su peso. El ansia por controlar Oriente Medio, especialmente sus recursos petroleros, es un elemento de la mayor importancia. Además, la actividad imperialista de los occidentales, en connivencia con la israelí, hace que trabajen de forma conjuntada y con intercambio de tareas.

La conclusión es que las negociaciones han conducido a los palestinos a una extrema miseria, en lo político, en lo económico y en cualquier otro campo que pueda pensarse. La única victoria que cabe conceder a los palestinos es la de haber resistido los casi cien años de acoso israelí apoyado por la comunidad internacional. No es poco, al contrario, ha sido suficiente para impedir el logro del objetivo sionista. Pero el precio ha sido enorme y la victoria es pírrica.

La guerra, la negociación y la resistencia.

Es preciso traer a colación la resistencia libanesa y la iraquí contra Israel y Estados Unidos respectivamente, aunque también está la argelina contra Francia, la vietnamita contra Estados Unidos, etc.

Algunos inmediatamente responden, con razón, que las condiciones palestinas son diferentes, especialmente porque estos agresores no tenían intención de apropiarse del territorio sino solamente de controlarlo. Sin embargo, la aceptación de ésta y otras particularidades del caso palestino no cambia la realidad descrita: a más negociaciones, más miseria.

Lo que comparten las luchas de liberación nacional y resulta evidente es que el ocupante se retira cuando el precio de la ocupación supera a los beneficios que ésta le proporciona. También se observa que el precio que pagan las poblaciones ocupadas por la liberación es elevadísimo. Los palestinos han de calibrar el precio que están pagando desde 1948 –y les queda por pagar- y el que hasta ahora han hecho pagar a los israelíes cuando se han resistido a la ocupación.

Es pertinente apuntar que Israel estaba en una posición menos ventajosa en los años de la primera Intifada que hoy. El sufrimiento palestino de estos casi veinte años pasados apenas ha tenido otro fruto que la victoria electoral de Hamas. Hasta la superficial simpatía internacional ha desaparecido. Por otro lado, el acceso de Hamas al gobierno se ha convertido en una carga que está dificultando su actividad de resistencia.

Casi todo el mundo, Israel incluido, piensa que este país es más fuerte que los países árabes, desproporcionadamente más fuerte respecto de los palestinos; también que sería vencedor de una confrontación a vida o muerte con aquellos debido a su capacidad nuclear. Es cierto que la opción Sansón, como su nombre indica, implica la probable eliminación de todos los contendientes, pero posee un potente efecto disuasorio en la paz y promete asegurar la derrota del enemigo en la guerra.

No ha de extrañar que Israel no tema a la guerra: ha ganado las suyas y además cuenta con el apoyo decidido de la primera potencia nuclear del mundo. Los palestinos no tienen opción alguna en este terreno: la guerra del año 48 convirtió a unos ochocientos mil en refugiados y la del 67 convirtió al resto en ocupados.

Sin embargo, las negociaciones posteriores no han evitado el aumento del número de refugiados a varios millones y han empeorado las condiciones de vida de los ocupados. Cabe suponer que a Israel no le conviene la negociación pues significa perder algo, pero la historia muestra que no le perjudica gravemente, como mucho lastra su política y retrasa el logro de sus objetivos.

La pregunta es: ¿ha pagado Israel un alto precio por su ocupación de Palestina? ¿Cuánto está dispuesto a pagar? Un general israelí, de cuyo nombre no me acuerdo, tras un balance de víctimas en uno y otro bando, declaró hace años que la proporción habitual de 1 a 10, era muy favorable a Israel y que por ello la lucha le convenía. En cuanto a la cuestión económica, es Estados Unidos el que se hace cargo de las facturas de Israel.

Hay que tener en cuenta por tanto que Israel no cree haber pagado un alto precio por la ocupación de Palestina, aunque sea diferente en el caso de Líbano. Hay que considerar además que la generación joven no tiene las mismas condiciones y características que la de sus padres, la motivación incluida, que los emigrantes son actualmente más numerosos que los inmigrantes y que la población palestina crece más que la judía. Si se añade el fracaso del proyecto imperialista estadounidense en Oriente Medio, la creciente actividad de los grupos islamistas y el resentimiento de las masas árabes y musulmanas, obviamente incluido el de las palestinas, cabe pensar que la resistencia puede lograr lo que ni la guerra ni las negociaciones han conseguido hasta ahora.

Esta perspectiva parte obviamente del derecho a la defensa propia y se fundamenta en la legitimidad moral de la lucha contra la agresión y la opresión y en la legalidad internacional de la resistencia a la ocupación militar de una potencia extranjera. Esto es especialmente así en el caso de Palestina, donde el ocupante es mucho más poderoso que el ocupado y porque ha sido abandonado por la comunidad internacional y carece de esperanzas razonables de mejora en el porvenir.

Por otra parte esta perspectiva no olvida considerar el precio a pagar por los palestinos ni las condiciones que se han de dar en el pueblo palestino y en su liderazgo para emprender una renovada resistencia que continúe las anteriores, aunque todo ello es objeto de otras reflexiones que no caben en este escrito.

Por último, esta perspectiva exige a los defensores de los derechos humanos y la justicia en el ámbito internacional, así como a los movimientos solidarios y los activistas, en acuerdo con los palestinos, una toma de postura respecto de las conversaciones de paz y la resistencia y una actuación en consonancia.

=================================
Agustín Velloso Santisteban
UNED-Facultad de Educación
Dpto. Hª de la Educ. y Educ. Comparada
Paseo Senda del Rey, nº 7
28040-Madrid (ESPAÑA)
Tlfno.: 91-398.69.93
E-mail: avelloso@edu.uned.es

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El derecho de Israel a ser racista

Los esfuerzos de Israel por la paz son sinceros. De hecho, Israel desea vivir en paz no sólo con sus vecinos, sino también y especialmente con su propia población palestina, y con los palestinos cuyas tierras ocupa por la fuerza. El deseo de paz de Israel no es sólo retórico sino concreto, y profundamente psicológico. Con pocas excepciones, los líderes sionistas más prominentes, desde los orígenes mismos del sionismo colonial, han deseado establecer la paz con los palestinos y los demás árabes cuyos países decidieron tomar para su ocupación y asentamiento. La única cosa que Israel ha reclamado, y sigue reclamando para terminar con el estado de guerra contra los palestinos y sus vecinos árabes, es que todos ellos reconozcan su derecho a ser un estado racista, que discrimina por ley a los palestinos y otros árabes y que garantiza derechos legales diferenciados y privilegios a sus propios ciudadanos judíos. La resistencia que el pueblo palestino y otros árabes han organizado contra el derecho de Israel a ser un estado racista es lo que continúa interponiéndose entre Israel y esa paz por la que ha luchado durante décadas. De hecho, esta resistencia es nada menos que el “nuevo antisemitismo”.

Israel está dispuesto a hacer lo que sea para convencer a los palestinos y a los demás árabes de que necesita gozar del derecho a ser racista. Incluso a nivel teórico, y antes de que empezara a construirse realmente, el proyecto colonial sionista buscó diferentes formas para convencer a los pueblos cuyas tierras quería robar y aquellos a quienes quería discriminar de que admitieran como aceptable su necesidad de ser racista. Todo lo que pedían es que los palestinos “reconocieran su derecho a existir” como un estado racista. Los métodos militares no fueron los únicos instrumentos persuasivos disponibles; también hubo otros, incluyendo los incentivos económicos y culturales. El sionismo desde el comienzo ofreció a algunos palestinos beneficios económicos si aceptaban su propuesta de que tenía derecho a ser racista. De hecho, el Estado de Israel todavía lo hace. A muchos funcionarios de la Autoridad Palestina y de la Organización para la Liberación de Palestina se les han ofrecido y han aceptado numerosos incentivos económicos para reconocer esta crucial necesidad israelí. Aquellos entre los palestinos que deplorablemente continúan resistiendo son penalizados por su intransigencia con la asfixia económica y el hambre, complementados con bombardeos regulares y raids, así como con el aislamiento internacional.

Estos persuasivos métodos, así lo espera Israel, convencerán finalmente a esa recalcitrante población para que acepte la necesidad de Israel de ser un estado racista. Después de todo, el racismo israelí sólo se manifiesta en su bandera, en su himno nacional y en un puñado de leyes que son necesarias para salvaguardar los privilegios de los judíos, incluidas la Ley del Retorno (1950), la Ley de la Propiedad Ausentada (1950), la Ley de la Propiedad del Estado (1951), la Ley de Ciudadanía (1952), la Ley del Estatus (1952), la Ley de Administración de las Tierras de Israel (1960), la Ley de Construcción y Edificación (1965) y la ley de 2002 prohibiendo los matrimonios entre israelíes y palestinos de los territorios ocupados.

Comencemos hablando de por qué Israel y el sionismo necesitan asegurar que Israel continúe siendo un estado racista por ley, y por qué se cree merecedor de tal derecho. La argumentación es triple y está basada en las siguientes aseveraciones:

Los judíos estarían siempre en peligro en el mundo abierto; sólo en un estado que los privilegie religiosa y racialmente podrían estar a salvo de la opresión de los “gentiles” y podrían prosperar. Si Israel quitara sus leyes y símbolos racistas y se convirtiera en un estado democrático no-racista, los judíos podrían dejar de ser una mayoría y se convertirían en lo mismo que los judíos de la Diáspora: una minoría en un estado no-judío. Estas preocupaciones han sido expuestas claramente por los dirigentes israelíes tanto individual como colectivamente. Shimon Peres, por ejemplo, la paloma del Israel oficial, se ha quejado durante tiempo del “peligro” demográfico palestino, en cuanto la Línea Verde que separa Israel de Cisjordania está “comenzando a desaparecer, lo que puede llevar a unir los futuros de los palestinos de Cisjordania y de los árabes israelíes”. Peres espera que la llegada de 100.000 judíos a Israel pueda aplazar este “peligro” demográfico por más de una década, aunque finalmente, como él subraya, “la demografía venza a la geografía”.

En diciembre de 2000, el Instituto de Política y Estrategia del Herzliya Interdisciplinary Centre en Israel comenzó sus series de conferencias anuales sobre la fuerza y la seguridad de Israel, especialmente centradas en la cuestión de mantener la mayoría demográfica judía. El presidente de Israel y los actuales y anteriores primeros ministros y ministros acudieron al completo. Uno de los “puntos principales” señalados en el informe de 52 páginas sobre las conferencias es la preocupación sobre el número que se necesita para que los judíos mantengan la supremacía demográfica y política de Israel: “El alto índice de natalidad de los “árabes israelíes” plantea la cuestión del futuro de Israel como un estado judío… Las actuales tendencias demográficas, de continuar, pondrán en riesgo el futuro de Israel como estado judío. Israel tiene dos opciones estratégicas: adaptación o contención. La última requiere una enérgica política demográfica sionista de largo alcance, cuyos efectos políticos, económicos y educativos garanticen el carácter judío de Israel.”

El informe añade afirmativamente que “los que apoyan la preservación del carácter de Israel como un estado judío para la nación judía constituyen mayoría entre la población judía de Israel”. Lógicamente esto supone el mantenimiento de todas las leyes racistas que garantizan el carácter judío del estado. Los siguientes encuentros anuales que se han producido han confirmado este compromiso.

Los judíos serían los portadores de la civilización occidental y constituirían un baluarte en Asia para defender tanto la civilización occidental como sus intereses económicos y políticos frente al terrorismo y a la barbarie de Oriente. Si Israel se transformara a sí mismo en un estado no-racista, su población árabe podría arruinar su compromiso con la civilización occidental y su defensa de los intereses económicos y políticos occidentales, pudiendo incluso llegar a transformar a los propios judíos en una población bárbara oriental. Así es como lo expresó en una ocasión Ben Gurion: “No queremos que los judíos se conviertan en árabes. Tenemos el deber de luchar contra el espíritu de Oriente, que corrompe a los individuos y a las sociedades, y de preservar los auténticos valores judíos tal y como cristalizaron en la Diáspora [europea]”. Sin duda Ben Gurion fue claro sobre el papel sionista en la defensa de tales principios: “Nosotros no somos árabes, y se nos mide con un rasero diferente… Nuestros instrumentos de guerra son diferentes de los árabes, y sólo nuestros instrumentos pueden garantizar nuestra victoria”. Más recientemente, Naftali Tamir, embajador de Israel en Australia, ha señalado que: “Estamos en Asia sin tener las características de los asiáticos. No tenemos la piel amarilla ni los ojos rasgados. Asia es fundamentalmente la raza amarilla. Australia e Israel no lo son – nosotros somos básicamente la raza blanca.”

Dios habría dado esta tierra a los judíos y les habría dicho que se guardaran de los “gentiles” que los odian. Hacer de Israel un estado no-judío sería correr el riesgo de desafiar al propio Dios. Esta posición no sólo es mantenida por los fundamentalistas cristianos y judíos, sino incluso por sionistas laicos (tanto judíos como cristianos). Lo entendió así el mismo Ben Gurion (“Dios nos prometió esto a nosotros”), y también Bill Clinton y George W. Bush.

Es importante señalar que estos argumentos sionistas sólo son válidos si uno acepta previamente la proposición del excepcionalismo judío. Recuérdese que el sionismo e Israel son muy cuidadosos en no generalizar los principios que justifican la necesidad de Israel de ser racista, más bien son vehementes en mantenerlos como un principio excepcional. No es que otros pueblos no hayan sido oprimidos históricamente, es que los judíos han sido oprimidos más. No es que la existencia cultural y física de otros pueblos no haya sido amenazada, es que la existencia cultural y física de los judíos ha sido amenazada más. Estas ecuaciones cuantitativas son la clave de por qué el mundo, y especialmente los palestinos, deben reconocer que Israel necesita y se merece el derecho a ser un estado racista. Si los palestinos o algún otro rechazan esto, es que están decididos a la aniquilación física y cultural del pueblo judío, sin mencionar que estarían enfrentándose al Dios judeocristiano.

Es un hecho que los dirigentes palestinos y árabes no son fáciles de persuadir acerca de estas necesidades especiales que tiene Israel; son décadas ya de asiduos esfuerzos por parte de Israel para convencerlos, especialmente mediante instrumentos “militares”. En las últimas tres décadas ha habido signos de venirse a razones. Aunque Anwar El-Sadat inauguró este cambio en 1977, le costó mucho a Yasser Arafat reconocer las necesidades de Israel. Pero Israel continuó pacientemente y se volvió más innovador en sus instrumentos persuasivos, especialmente en los militares. Cuando Arafat recobró la cordura y firmó los acuerdos de Oslo de 1993, reconoció por fin el derecho de Israel a ser racista y a discriminar legalmente a sus propios ciudadanos palestinos. Debido a este tardío reconocimiento, un magnánimo Israel, siempre deseoso de paz, decidió negociar con él. Sin embargo él continuó resistiéndose en algunos asuntos. Porque Arafat esperó que su reconocimiento de la necesidad de Israel a ser racista dentro de Israel sería a cambio del final del sistema racista israelí de apartheid en los territorios ocupados. Y eso fue sin duda un malentendido por su parte. Los líderes israelíes se lo explicaron a él y a su principal negociador de paz, Mahmud Abbas, en discusiones maratonianas que duraron siete años: que las necesidades de Israel no se limitan a imponer sus leyes racistas dentro de Israel, sino que éstas deben extenderse también a los territorios ocupados. Arafat sorprendió a todos no contentándose con los bantustanes que Israel ofreció al pueblo palestino en Cisjordania y Gaza, alrededor de los asentamientos coloniales judíos que Dios había garantizado a los judíos. Se llamó a los Estados Unidos de América para que persuadieran al maleable dirigente de que la solución del bantustán no era tan mala. De hecho otros colaboradores tan honorables como Arafat habían disfrutado de sus beneficios, como Mangosutho Gatcha Buthelezi en la Sudáfrica del Apartheid. No había de qué avergonzarse por aceptarla. El presidente Clinton insistió a Arafat en Camp David en el verano de 2000. Mientras Abbas resultó convencido, Arafat permaneció indeciso.

Es verdad que en 2002 Arafat se vino a razones un poco más y reafirmó su reconocimiento de la necesidad de Israel de tener leyes racistas dentro del país, al desistir del derecho de retorno de los seis millones de exiliados palestinos, a los cuales, en virtud de la racista ley de retorno israelí, se les impide volver a los hogares de los que Israel los expulsó, mientras que los judíos ciudadanos de otros países obtienen automáticamente la ciudadanía en un Israel que la mayoría de ellos nunca ha visto previamente.

En The New York Times Arafat declaró: “Comprendemos las preocupaciones demográficas de Israel, y comprendemos que el derecho de retorno de los refugiados palestinos, un derecho garantizado por la ley internacional y la resolución 194 de las Naciones Unidas, debe tratarse de forma que tenga en cuenta tales preocupaciones”. Arafat afirmó que estaba intentando negociar con Israel “soluciones creativas sobre la grave situación de los refugiados respetando al mismo tiempo las preocupaciones demográficas de Israel”. Esto sin embargo no era suficiente, dado que Arafat continuaba sin ser persuadido de la necesidad de Israel de imponer su apartheid racista en los territorios ocupados. Israel no tuvo más remedio que aislarlo, mantenerlo bajo arresto domiciliario, y posiblemente envenenarlo al final.

El presidente Abbas, sin embargo, aprendió bien de los errores de su predecesor y ha mostrado más apertura a los argumentos israelíes acerca de la necesidad de imponer su sistema de apartheid racista en Cisjordania y Gaza, y de que la legitimidad de este apartheid debe ser reconocida por los propios palestinos como una condición necesaria para la paz. Abbas no ha sido el único dirigente palestino en ser convencido. Otros dirigentes palestinos quedaron tan convencidos que ofrecieron ayuda para construir la infraestructura del apartheid israelí, suministrando a Israel la mayor parte del cemento que necesitaba para construir sus colonias sólo-para-judíos y el Muro del Apartheid.

El problema ahora era Hamas, que, aun queriendo reconocer a Israel, permanecía negándose a reconocer su especial necesidad de ser racista dentro de la Línea Verde y de imponer un sistema de apartheid en el interior de los territorios ocupados. Aquí es cuando se trajo a Arabia Saudí el mes pasado, con la reunión en la ciudad de la Meca. ¿Quién podría, decían de manera admirativa los saudíes, romper un acuerdo en el que los líderes de las víctimas del racismo y la opresión israelíes prometieran solemnemente reconocer la necesidad especial de su opresor a oprimirles? Bueno, Hamas ha estado resistiéndose a esta fórmula, que Al-Fatah ha apoyado durante cinco años, en concreto a “incurrir” en este reconocimiento crucial. Hamas decía que todo lo que podía hacer era “respetar” pasados acuerdos que la Autoridad Palestina había firmado en su día con Israel y que reconocían su derecho a ser racista. Esto, insisten Israel y los Estados Unidos de América, es insuficiente y los palestinos van a continuar siendo aislados a pesar del “respeto” de Hamas por el derecho de Israel a ser racista. La condición para la paz, tal y como la entienden Israel y los Estados Unidos de América, es que tanto Hamas como Al-Fatah reconozcan y asuman el derecho de Israel a ser un estado de apartheid tanto dentro de la Línea Verde como en Cisjordania y Gaza. Y no hay nada que negociar aquí. La siguiente cumbre entre Condie Rice, Ehud Olmert y el excitado presidente de la Autoridad Palestina Abbas se empleó en que Olmert interrogara a Abbas acerca de cuánto seguía apoyando la necesidad israelí de apartheid en los territorios ocupados. Una cumbre menor ha sido celebrada sobre las mismas bases hace algunos días. Abbas ha esperado que las dos cumbres pudieran convencer a Israel para terminar los preparativos de los bantustanes sobre los que él piensa mandar, pero Israel, comprensiblemente, se ha sentido inseguro y ha querido asegurarse de que el propio Abbas estaba todavía apoyando su derecho a imponer el apartheid primero. Mientras, conversaciones “secretas” israelo-saudíes han dado a Israel la esperanza de que la próxima cumbre de la Liga Árabe en Riad puede muy bien cancelar el derecho palestino al retorno, que está hasta ahora garantizado por la ley internacional, y afirmar la inviolabilidad del derecho de Israel a ser un estado racista garantizado por la diplomacia internacional. Todos los esfuerzos de Israel por conseguir la paz finalmente darían sus frutos, si los árabes conceden lo que ya la mediación internacional ha concedido a Israel antes que ellos.

Debería quedar claro que en este contexto internacional, todas las soluciones existentes a lo que se da en llamar el “conflicto” palestino-israelí garantizarían la necesidad israelí de mantener sus leyes racistas y su carácter racista, y su derecho a imponer el apartheid en Cisjordania y Gaza. Lo que a Abbas y a los palestinos se les permite negociar, y al pueblo palestino y a los demás árabes se les invita a participar, son las características políticas y económicas (pero no geográficas) de los bantustanes que Israel está preparando para ellos en Cisjordania, y las condiciones del asedio en torno a la Gran Prisión llamada Gaza, y en torno a las otras menores de Cisjordania. No nos equivoquemos sobre esto, Israel no negociará sobre ninguna otra cosa, porque hacerlo podría ser equivalente a renunciar a su dominio racista.

Y para aquellos de entre nosotros que insisten en que ninguna resolución será factible hasta que Israel revoque todas sus leyes racistas, abriendo entonces el camino a un futuro no racista para palestinos y judíos, en un descolonizado estado bi-nacional, Israel y sus apologistas tienen una respuesta ya preparada. Una respuesta que redefine el significado de “antisemitismo”. Antisemitismo ya no es el odio y la discriminación contra los judíos como grupo religioso o étnico; en la era del sionismo, “antisemitismo” se ha metamorfoseado en algo más insidioso. Hoy, tal como Israel y sus partidarios en Occidente defienden, el antisemitismo genocida consiste mayormente en cualquier intento de rechazar el absoluto derecho de Israel a ser un estado judío racista.

Traducción Observatorio de la Islamofobia http://islamofobia.blogspot.com/

Fuente: Al-Ahram Weekly, 15-21 de marzo de 2007 http://weekly.ahram.org.eg/2007/836/op1.htm

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Bullying Palestina

Maria Jose Lera

El “bullying” es definido como ataques repetitivos e intencionales, realizados y planificados por compañeros y compañeras (es decir, roles de iguales) con toda la intención de dañar a la considerada victima. Esta agresión es tan repetitiva que entre el agresor y la victima se inicia un abismo, una diferencia que les impide ser percibidos como iguales . Es entonces cuando se inicia un proceso de victimización acompañado de síntomas como baja autoestima, pobre rendimiento escolar, inseguridad, etc... El agresor, si continua realizando estos actos, desarrollará una moralidad egocéntrica, y sus fines por lo tanto los prioritarios, utilizando para ello cualquier herramienta que esté a su mano (sea bélica o no).

Desde el modelo compartido para entender el fenómeno del bullying, hay consenso en asumir la existencia de un tercer elemento, los espectadores o ausentes; es decir, todos los sabedores del problema de violencia que no denuncian, sino que guardan silencio, lo que autoriza al agresor y deja a la victima sin defensas. Estos espectadores también se ven afectados por estas vivencias y aprenden, ya en la escuela, la importancia de desarrollar mecanismos de desconexión moral que les permita disponer de un desarrollo moral adecuado, al mismo tiempo que no hacer nada para ayudar a quien es victimizado. Estos mecanismos son definidos y depurados, hasta llegar a ser parte de nosotros mismos que no percibimos pero que nos acompañan en nuestra vida diaria.

Este mismo esquema puede aplicarse a Oriente y Occidente , y aún más concretamente en las relaciones entre Israel y Palestina. Si miramos hacia la situación actual es fácil comprender que Israel ocupa militarmente a Palestina, con un ejército considerado el tercero del mundo y el primero en tecnología, mientras que Palestina ni tiene ejército y hasta hace un año no tenia ni policías.

Las características de las agresiones para ser consideradas violentas deben incorporar dos importantes características, ser intencionales y ser repetitivas. 50 años de ataques diarios, con la intención explicita de destruir a los palestinos, no da mucho lugar a la discusión. Es decir, desde la década de los 40s el pueblo palestino ha sido agredido repetitiva e intencionalmente, y continua en la actualidad, al no tener ni ejército ni manera de defenderse sufre las consecuencias, convirtiéndose en un pueblo victimizado por el ejercito israelí . En la siguiente tabla se pueden consultar las operaciones militares más destacadas llevadas a cabo en los últimos años:

29 de marzo de 2002.- 'Muro de Defensa'. Tras una ola de atentados palestinos el Gobierno del primer ministro israelí Ariel Sharón empieza una ofensiva cuyo episodio más relevante es la demolición del campo de refugiados de Jenín tras diez días de intensos combates del Ejército israelí por tierra, mar y aire. La operación, que concluye el 10 de mayo, se salda con una masacre de cerca de medio millar de personas y con la liberación de la Basílica de la Natividad y la deportación de trece de los 123 palestinos que se encontraban refugiados en ella.

18 de junio de 2002. - 'Camino Firme'. Tras el atentado de un suicida palestino que causa la muerte a 19 israelíes al inmolarse en un autobús de Jerusalén, tanques israelíes ocupan militarmente varias ciudades palestinas en Cisjordania. Durante meses cientos de miles de personas viven en un paralizante toque de queda.

28 de agosto de 2002.- 'Guerra de las neveras'. El Ejército israelí lanza un ataque por tierra mar y aire con carros blindados, helicópteros 'Apache' y navíos de guerra que disparan sus cañones contra unos supuestos toneles flotantes en el mar cargados de armas que resultaron ser neveras.

22 de septiembre de 2002.- 'Cuestión de tiempo'. El ejército israelí lleva a cabo una operación que, aunque en un principio pretendía la rendición de 19 hombres considerados terroristas por Israel estaba encaminada a asediar al líder de la ANP, Yaser Arafat, que fue finalmente confinado en su Mukata (sede de la ANP). Durante días carros de combate y excavadoras destruyen las infraestructuras de la ANP donde se encuentra el líder palestino a quien dejan sin luz, teléfono y agua.

10 de octubre de 2003.- 'Tratamiento de Raíz'. Israel comienza una incursión en el campo de refugiados de Rafah, el más mísero de Gaza, con el objetivo de destruir supuestos túneles que los palestinos emplean para introducir armamento desde Egipto a la franja de Gaza. En menos de 48 horas los tanques israelíes destruyen más de 150 casas palestinas y dejan a la intemperie a cientos de familias.

18 y 19 de mayo de 2004.- 'Arco Iris sobre las nubes'. Israel inicia por tierra y aire una ofensiva en el campo de refugiados Rafah, el más paupérrimo de la franja de Gaza, y causa la muerte a 20 palestinos. Israel acusa a los palestinos de cavar túneles por los que realizan el contrabando de armas y explosivos desde el vecino Egipto.

28 septiembre 2005.- 'Primera lluvia'. Israel lanzó una ofensiva con ataques aéreos a varios objetivos en Gaza e irrumpiendo con tropas y blindados en el noroeste de Cisjordania. Tropas y blindados del Ejército israelí invadieron las ciudades autónomas palestinas de Tulkarem y Kalkilia, donde irrumpieron en locales pertenecientes a Hamás y a la Yihad Islámica.

28 junio 2006.- 'Lluvias de verano'. Lanzada por el Ejército israelí en Gaza para liberar al soldado israelí Guilad Shalit, secuestrado por milicianos de Hamás.

12 julio 2006.- 'Cambio de rumbo”, emprendida por las tropas israelíes en una guerra no declarada tras el secuestro de dos soldados israelíes en la localidad de Za'arit, en territorio israelí, lo que dio pie a Israel para emprender la ofensiva que dura ya 19 días.

24 julio 2006.- 'Telaraña de acero' lanzada por Israel contra la localidad libanesa de Bint Yebeil, baluarte de Hizbulá, y de la que se retiró ayer, pero se estacionó en sus inmediaciones.

30 de Julio 2006.- "masacre de Qana", 57 civiles refugiados en un edificio han sido asesinados; 34 de ellos eran niños y niñas.

31 de Octubre.2006 - “Nubes de otoño”. Operación iniciada en la Franja de Gaza y que ha costado la vida a mas de 200 personas. El objetivo es establecer una zona de seguridad en el Norte, atacando los densos campos de refugiados de Betlaia, Bet Hanun y Jabalia; así como otra de seguridad en el Sur, afectando en este caso al campo de refugiado más empobrecido y agredido de Rafah.

Si a los ataques directos anteriores sumamos los ataques indirectos que suponen la imposibilidad de movimientos en el propio territorio palestino, los asesinatos selectivos, el secuestro de miles de ciudadanos (sin cargos y sin juicios), la política de destrucción de acuíferos y apropiación de las aguas subterráneas, la construcción del muro como medida de seguridad, el impago a la Autoridad Nacional Palestina de los impuestos que les corresponden por parte de Israel, la destrucción de casas, de campos de cultivo, el acoso continuo, la falta de electricidad y agua en Gaza, de alimentos, etc, etc... la imagen del agresor y la victima no se puede ser más nítida. Un solo ejercicio es suficiente para comprobarlo, podemos elegir al azar cualquiera de los 30 derechos Humanos que conforman la Declaración Universal, y veremos que ni un solo derecho es cumplido por Israel en sus relaciones con el pueblo Palestino.

Ante este notorio caso de bullying Palestina, el resto de la comunidad internacional permanece ásicamente “ausente”, pues en ningún caso se han pronunciado contra el agresor con la excepción del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Mayoritariamente no ha habido un reconocimiento explicito de la violencia desmesurada a la que el pueblo palestino se ve sometido diariamente, y cuando la evidencia es excesiva, se conceden algunas ayudas económicas y humanitarias. La efectividad de estas ayudas está totalmente duda, especialmente cuando se tiene en cuenta que en la misma medida que se construyen puentes, aeropuertos o escuelas con la ayuda internacional, el ejercito Israelí sistemáticamente los destruye –que a su vez ingresa ingentes aportaciones internacionales en concepto de compensación por haber sufrido el “holocausto judío”-.

El último informe emitido por John Dugard, como relator especial al Consejo de Derechos Humanos, no puede ser más demoledor ni más claro , en él nos informa detalladamente de la violación sistemática por parte de Israel de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

Sólo con un reconocimiento de la situación de violencia -con los roles asignados-, huyendo de eufemismos que terminan ocultando el significado de los mismos, y exigiendo el cumplimiento de las resoluciones de la ONU, podrán encontrarse vías de solución. Si se sigue planteando esta violencia en términos de “conflicto” israelí-palestino, las soluciones que se proponen serán la negociación, el diálogo y la mediación, técnicas que sólo son útiles para resolver “conflictos”, y que presuponen que hay una solución justa para todos, y donde todas las partes tendrán que ceder y tomar algo. Poco le queda por ceder a Palestina, y con pocos recursos va a negociar, pues no le queda más que el derecho al 8% de sus tierras, bajo los ataques y la ocupación israelí. Seguir hablando de conflicto, sigue siendo un eufemismo que permite que la Comunidad Internacional siga estando ausente, y culpando igualmente a ambas partes para encontrar una solución que es imposible.

Como ha quedado expuesto anteriormente el problema israelí-palestino es un caso de “violencia”, y de violencia extrema por una de las partes; ante estos problemas la solución inmediata y requerida es la detención ipso facto de las agresiones y complementariamente desarrollar sistemas de ayudas y reparación del sufrimiento de las víctimas. De la misma manera que se respeta al pueblo judío y se ayuda a la reconstrucción de la memoria histórica y a sus víctimas, de la misma manera el pueblo palestino necesita ayuda inmediata, recuperar su memoria, sus tierras, y sus vidas.

Desde esta perspectiva de la violencia o bullying es absolutamente necesario desarrollar medidas para garantizar la igualdad de condiciones, lo que implica un reconocimiento en igualdad de ambos pueblos, sin consideraciones estigmáticas ni estereotipos. Sólo así se podrá ir avanzando hacia la única solución posible: la convivencia de todos los ciudadanos israelíes y palestinos, compartiendo un Estado, unas leyes democráticas y un Parlamento. Esta solución es sistemáticamente rechazada por el Gobierno Israelí, porque es consciente que en poco tiempo la mayoría del Estado serían ciudadanos palestinos, y esto impide la consecución de deseo básico y motivo de la existencia del Estado de Israel, “un Estado Judío solo para judíos”, aunque en su propia declaración ya haya un claro incumplimento de los Derechos Humanos.

La ONU fue creada para garantizar el cumplimiento de los Derechos Humanos en el mundo, y especialmente en Israel-Palestina, y su propio experimento no puede ir peor. Difícilmente esta institución será creíble si no puede conseguir que los derechos de los ciudadanos palestinos sean respetados por Israel, el único Estado “democrático” según occidente y que efectivamente consigue que se cumplan los derechos de los ciudadanos judíos-israelíes (que con la minoría árabe que aún sobrevive en Israel), pero no sigue la misma política en sus relaciones con sus vecinos, ya sea Siria, Líbano o Palestina. De hecho es difícil de explicar que 46 resoluciones de la ONU hayan sido incumplidas por Israel, siendo el único Estado de este planeta que se permite el lujo de no cumplir con las resoluciones y no tener consecuencias. 46 son muchas, y más aún el hecho que su incumplimiento sea sistemático, amén de más de 40 que han sido vetadas directamente por su socio y aliado Estados Unidos .

Desde Julio de 2006 en Gaza es imposible sobrevivir por falta de condiciones mínimas (comida, agua, medicamentos, energía y salarios) y por los ataques masivos israelíes que por tierra, mar y aire sus ciudadanos e instituciones sufren diariamente ante el silencio absoluto de la Comunidad Internacional. Si seguimos esperando, no quedará ni un palestino vivo, y cómo nos recordaba Saramago, “Mientras haya un palestino vivo el holocausto continúa” (El Pais, Agosto 2006).

De la misma manera que la mejor forma de atajar el “bullying escolar” es a través de la sensibilización, formación y actuación de los ausentes, para evitar el triste final que se viene anunciando del violento y duradero “bullying palestina” es preciso sensibilizar, formar y facilitar una actuación de la población civil internacional. Esta actuación deberá exigir la puesta en marcha de las medidas necesarias para que las victimas palestinas sean consideradas seres humanos, y por consiguiente, conseguir el cumplimiento de sus respectivos derechos, que como humanos comparten con el resto de los habitantes del planeta.

Si las resoluciones de la ONU y de la Corte Internacional de Justicia parecen tener poco efecto en el Gobierno Israelí, poco podemos confiar en el impacto del reciente publicado informe del Relator Especial de la ONU. No obstante lo consideramos un documento fundamental para iniciar una reacción internacional que pueda ayudar a los supervivientes del holocausto palestino.

Dra. Maria Jose Lera
Profesora Titular Universidad de Sevilla
Psicología Evolutiva y de la Educación
Más información en www.psicoeducacion.eu

En la memoria de Alejandra García, incansable luchadora por los Derechos del Pueblo Palestino, y que desde el 12 de Octubre de 2006 no está con nosotros.

Lera, MJ. (2007). Bullying Palestina. Derechos Humanos, 3, pp 9-111.
www.apdha.org
www.psicoeducacion.eu

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