Sin lugar a dudas la elección de estudiar Filología Árabe ha marcado cada paso que he dado desde hace cinco años a este tiempo. Movida por la vocación, junto con la pasión que profeso a la cultura árabe, y unido a mis inquietudes académicas, he comenzado a dar mis primeros pasos por algún que otro país árabe.
Sin embargo ha sido mi última visita a Palestina donde mi interés por lo arabo-islámico ha cobrado una mayor dimensión, que afecta a día de hoy a mis intenciones profesionales a corto plazo.

Mi visita a Palestina se produce a finales de Junio de 2005. Y este hecho tiene como punto de partida el Convenio existente entre la Universidad de Sevilla y la Universidad de Birzeit, firmado el 28/12/2004, y que sigue vigente actualmente, ofreciendo los servicios a toda la comunidad universitaria interesada.
Pero centrándonos en mi viaje, rumbo ya a Tel Aviv desde Sevilla, me intento tranquilizar, retirando de mi mente los últimos exámenes, el estrés acumulado, los nervios pre-viaje, los diferentes comentarios apocalípticos y el amasijo de nervios que impedían ponerme a pensar hacia donde me estaba encaminando.
Nada más aterrizar en el aeropuerto de Tel Aviv pude presenciar la efusividad israelí en sus bienvenidas. Después de que te concedan la visa, pasas a un interrogatorio llevado a cabo por diferentes jóvenes encargados de hacerte ver la omnipotencia del Estado israelí; se suceden entonces los jóvenes y las preguntas repetidas sucesivamente con el único propósito aparente de conseguir la desesperación de una viajera fatigada.

Pasando por alto el aeropuerto más seguro y sus ansias de demostrarlo, me centro en mi llegada a los Territorios Palestinos, como ha pasado a reconocerse la casi innombrable Palestina. Para acceder a Ramallah desde Jerusalén hay que cruzar uno de los checkpoints o pasos fronterizos que invaden Cisjordania, situado en Qalandya –una pequeña aldea a escasos kilómetros de Ramallah. Se trata de uno de los checkpoints “claves” ya que conecta toda Cisjordania con Jerusalén. Así, el recorrido, que luego repetiría en innumerables ocasiones, fue el siguiente: desde la estación de autobuses de Nablus Road, en Jerusalén Este (la zona palestina), parte el autobús que tiene como final de trayecto el checkpoint de Qalandya; a continuación cruzar el checkpoint en sí, que es tan fácil y tan indignante como seguir a las personas que hacen ese recorrido diariamente. Una vez lo cruzas la vida caótica, excepcional visión propia de cualquier país árabe, espera al otro lado en forma de decenas de taxis que te trasladan hacia el centro de Ramallah o hacia cualquier otro punto dentro de la ya tierra palestina.

Sin embargo, mi lugar de residencia en Palestina durante los dos meses en los que estuve, tiempo de duración del curso que realizaría en la universidad, sería Birzeit, aldea que da nombre al Campus Universitario, y que está situada a unos 7 kilómetros de Ramallah. Un pequeño puñado de casas con sus respectivos puntos de Internet ( tres para ser exactos), los pequeños comercios, unos restaurantes populares junto con otros más selectos y las diferentes comodidades e incomodidades de ser no más que una aldea.

El curso que realicé está dentro del programa que organiza la Universidad de Birzeit, denominado PAS Program, que se divide en dos semestres y en un curso intensivo( eligiendo el que más interese). El curso está orientado a alumnos extranjeros que deseen estudiar la lengua árabe, el dialecto palestino u otros dos cursos de índole política (denominados “El caso de Palestina” y “La mujer en Oriente Medio”), estos dos últimos son seguidos en inglés.
En cuanto al trato con la administración del PAS Program la fórmula es ser lo más directa y cercana posible, facilitando las cosas de una forma sin igual, es decir, ellos te ofrecen desde la posibilidad de encontrarte alojamiento, ofreciéndote diferentes opciones (compartir residencia/ piso con estudiantes palestinos o con los internacionales que hacen el mismo programa), a darte todas las indicaciones necesarias para poder llegar, cómo llegar, etc; mapas, aclaraciones a las innumerables dudas, ...;y todo esto antes de que pises territorio palestino. Una vez llegas allí, esa atención virtual se personaliza y se personifica, convirtiéndose en un trato muy cordial y afectivo, contando en todo momento con los administrativos, profesores, directivos y los estudiantes palestinos en caso de que necesites cualquier servicio de ellos.
El programa está enfocado a acoger a unos 50 alumnos, en mi caso este era el número de alumnos matriculados en los cursos intensivos, que tienen una duración de dos meses. Los diferentes cursos a los que nos hemos referidos están articulados según niveles, a excepción de los cursos sobre política y asuntos sociales, que tienen un desarrollo diferente. y la inserción en un nivel u otro depende del resultado obtenido en el test que se realiza antes de comenzar el curso.
Dentro del programa, tienen lugar también una serie de actividades extraescolares, que son opcionales y que proporcionan a los alumnos la oportunidad desde conocer Ramallah y Birzeit en los dos primeros días, a poder visitar aldeas muy perjudicadas por el levantamiento del muro, diferentes tours por zonas más turísticas, etc.

Sin lugar a dudas, y después de haber realizado diversos cursos de idiomas en diferentes países, la atención recibida y toda la información de la que dispones antes, durante y después de tu paso por la universidad, hacen de esta experiencia una de las más gratificantes que he tenido en mi vida. Pero cuando digo esto no sólo me estoy refiriendo al plano académico, que me ha servido de gran ayuda para mejorar mi árabe y para iniciarme en un nuevo dialecto, sino también a la hora de descubrir la realidad social, la cotidianidad palestina, que para mi sorpresa ha sido gratamente confortable y reconfortante. El poder tener la oportunidad de visitar diferentes ciudades con grandes complicaciones, el ver los diferentes proyectos internacionales, las excepcionales visitas a lugares con tanto peso histórico, en definitiva todo lo increíble de descubrir un país, entendiendo unas condiciones que no tienen igual en ningún otro sitio donde haya podido viajar anteriormente. Por supuesto viendo también la cara amarga, la opresión de un pueblo, el hostigamiento de otro, los prejuicios y las maravillas de ambos, todo fusionado y encajado de forma inteligible, todo disputado desde hace varias décadas. Una tierra que no deja de sorprender, inmensurable por un lado y abarcable por otro, dependiendo desde que punto tengas cogido el mapa.
Y, sin dudas, lugar de encuentros por determinar entre gente con ilusiones de mirar hacia un punto común, lo que hace que sea mucho más relevante, gente de ambos lados.

Y después de mi visita...si bien mi interés, en un principio, por viajar a Palestina se veía reforzado por mi expectaciones académicas, la percepción una vez he realizado mi viaje se ha visto modificada. El interés por el idioma sigue ocupando un lugar privilegiado pero como suele pasar cuando viajas a un nuevo país, las cosas que te encuentras por el camino hacen que te replantees los objetivos a alcanzar.
En definitiva, desde mi opinión obviamente subjetiva pero no por ello menos elaborada, concluyo con la ilusión de poder animar a aquellos interesados en ir a realizar la misma experiencia, altamente recomendable, disfrutando con la posibilidad de estudiar en una de las universidades de mayor prestigio de todo Oriente Medio, a la vez de poder disfrutar de una tierra cargada de historia, imposible de pasar desapercibida, sin tener en cuenta incluso las creencias o la falta de éstas.

Luisa López

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