La candidata francesa Sinogele Royal, aparece como heroína en la prensa por defender el derecho a entrevistarse con los representantes democráticamente elegidos por el pueblo (en el caso Hezzbollah, que no Hamás), matizando que si llega a oír que se compara “el comportamiento de Israel con el nazismo”, se hubiese retirado.
En política no se puede llamar genocidio al genocidio, si este viene de manos de los agresores; no se puede decir que una elección no es democrática, si esta se realiza en los países agresores; no se pueden comparar las políticas sionistas con las nazis, porque esto pone en entredicho a Israel. Es decir, en política, al igual que en cualquier entorno de violencia o mafioso no se puede mencionar al agresor; imposible denunciar al matón de la clase, al marido que maltrata, al padre que hostiga. Al agresor no se le puede denunciar, si lo haces te conviertes en chivato, y amenazan con atacarte.
Pero el silencio es cómplice de la violencia, y ni Sinogele Royal ni ningún líder europeo parece tener el valor para llamar a las cosas por su nombre. Paradójicamente, estos mismos políticos invierten millones de euros en subvencionar campañas contra la violencia doméstica, la violencia escolar, el terrorismo... y todos con el mismo mensaje: DENUNCIE, no sea cómplice de los malos tratos con su silencio. Los ciudadanos debemos denunciar al agresor, ser valientes, apoyar a la victima; los representantes de los ciudadanos tienen la ironía de exigirlo, y la cobardía de NO hacerlo.
Sinogele Royal se niega a oír que el sionismo es comparable al nazismo. Sin haber visitado Rafah, sin haber estado en Jenin, sin haber visto Qalquilia, y .... con prepotencia niega las vivencias y tristezas de las víctimas, quienes no les queda ni el derecho a denunciarlo. Que vaya y lo vea, que pasee, visite, hable y viva solo unas horas en la Palestina ocupada y sentirá la humillación, la opresión, la pobreza, la ocupación y la enorme cárcel en la que se encuentra el pueblo palestino, sin medicinas, sin comida y hasta sin agua. ¿No es esto un campo de concentración?, ¿no es esto un genocidio?, ¿no son estas prácticas comparables con las nazis?.
Esta es nuestra “democrática” Europa, ayudante del agresor y empeñada en dar una buena imagen. Para ello controla la prensa, los medios de comunicación, y las leyes antisemitas. Pero ya no es la prensa la que informa, son los medios digitales; ya no es fácil engañarnos a pesar de ser expertos profesionales de la mentira, y de cómo justificar los más aterradores crímenes contra la humanidad (aún me siento horrorizada por la reacción ante los ataques de Israel al Libano este verano, el “aún” no es tiempo de pedir el alto al fuego, aún no han matado lo suficiente, de Tony Blair y John Bolton, es simplemente inolvidable).
Los vientos están cambiando, y la sociedad francesa, española, italiana, alemana, sueca, y de todo el mundo sí sabe qué pasa en Palestina, sí sabe que es un genocidio, comparable al sufrimiento del pueblo judío en manos de los nazis. Y la sociedad es valiente, y quiere denunciar, y quiere tener a políticos que les representen.
¿Esperanzas en Royal?, ¿en Zapatero?, ¿en Solana?, ¿en el socialismo europeo?, parece que nos toca más de lo mismo, pero con distinto collar. Es tiempo que la ciudadanía hable, y exija los mismos criterios que nos exigen a nosotras y a nosotros
Maria José Lera